17. Chocando entre sí

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Por más que quisieran mantenerlos en el mismo sitio sin que se mataran, las cosas no salían como las planeaban. Marinette y Adrien no podían estar en el mismo lugar sin comenzar a gritarse hasta de lo que se iba a morir el otro, y eso tenía cansado al grupo, por ese motivo, y por creer que ellos dos se verían bien juntos, decidieron encerrarlos en el armario de la escuela.

La de cabellos oscuros se sentó en cuanto vio sus posibilidades de salir, nulas. No permanecería de pie y perdería el tiempo como lo hacía el rubio oxigenado frente a ella, a fin de cuentas siempre habían chocado entre sí.

-Te he dicho que soy rubio natural, panadera.-respondió con un gruñido el de cabellos claros. Ella parecía no darse cuenta, pero cuando pensaba, la mayoría de las veces lo hacía en voz alta.- Además, estoy tratando de sacarnos de aquí, a menos que quieras quedarte.

Desde abajo la chica lo miró con aburrimiento.- Conozco a Alya, después de unas horas aquí va a cansarse de esperar y nos sacará. A decir verdad no me importa estar aquí.- sacó varias de sus libretas y se dedicó a hacer tarea de matemáticas, sin prestarle verdadera atención al joven que estaba encerrado con ella.- Solo no hagas ruido porque tu voz me fastidia.

Un tic nervioso atacó el ojo izquierdo de Adrien, estaba cansado de la actitud borde de su compañera, entendía que él tampoco ponía de su parte, pero las chicas lo amaban, no entendía del todo porque ella no.

La miró unos segundos y se sentó junto a ella, fingiendo que poco le importaba estar cerca de aquella chiquilla. Tarareó un poco, relajándose en el proceso, hasta que no pudo evitar detenerse al ver a la panadera hacer mal el ejercicio cuatro.- Esa no se resuelve así.

-¿Pedí acaso tu ayuda?-se crispó ella. Estar tan cerca del muchacho y pretender que estaba al cien por ciento en los ejercicios de la tarea era una labor muy difícil. El perfume del chico era demasiado masculino, y su presencia tal cual era un deleite. Era una chica, no podían culparla, el sujeto era un bombón andante, pero su orgullo estaba por encima de sus hormonas, así que mientras fuera posible, no cedería a tremendo pecado.

-Estas factorizando mal.-le quitó la libreta y el lápiz y comenzó a garabatear por toda la libreta, corrigiendo algunos errores y entonces Marinette entendió lo que había que hacer.- Mira, no nos llevamos bien, pero cuando tengas dudas puedes preguntarme y sin decir nada, te ayudaré.

Ella lo miró unos segundos mientras obtenía de nueva cuenta sus cosas. El chico de rubios cabellos también la miró, y por esos segundos en los que sus ojos estaban conectados y sus rostros estaban repentinamente cerca no pudieron evitarlo y terminaron besándose.

Primero fue lento, pero conforme los segundos avanzaron la intensidad del beso también aumentó. Si alguien preguntara, ellos claramente dirían que ese había sido un beso intenso, uno con muchos sentimientos guardados y unas ganas irrefrenables.

El ósculo se vio interrumpido por el sonido de la puerta abriéndose y entonces ambos se abalanzaron a lados contrarios del pequeño armario, manteniendo una distancia razonable.

El rostro de ambos estaba rojo, y Alya y Nino asumieron que se debía al coraje de haber sido encerrados por más de una hora en aquel lugar. La de cabellos oscuros fue la primera en recoger sus útiles y salir disparada de ahí.

¿Qué rayos había pasado?

¿Por qué demonios se había sentido tan bien? 




Ya, por fin les di el beso que todos esperábamos. Espero les haya gustado y les mando un beso enorme.

Mes AdrinetteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora