Capitulo 1

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Me mudé a Madrid a finales de agosto, con un título debajo del brazo y un curriculum que mucha gente envidiaría, un poco porque no podía desprenderme de lo académico y un poco porque necesitaba desprenderme de mi familia. Hacía tiempo que ya no vivía con mis padres pero no toleraba esta nueva relación que tenían entre ellos. Richard y Mónica se habían conocido en la universidad, fueron mucho tiempo compañeros de militancia pero hoy en día eran compañeros de desagrado y mi hermano y yo pagabamos las consecuencias de que su viejo amor hubiera mutado en ira e insatisfacción.

"Andá vos, dale haceme el favor" Me pedía Astor una y otra vez porque ahora que tenía su propia familia se había desligado completamente de los almuerzos del domingo, de las compras semanales y de ser el depósito de las frustraciones de nuestros progenitores, por eso cuando me surgió una beca de posgrado no tuve que pensar demasiado.

La fundación que me dio la beca me ubicó en un departamento céntrico de tres habitaciones que tenía que compartir con otras dos chicas: Sofía, una mexicana que se estaba especializando en artes plásticas y Olivia, una chilena que iba a hacer el mismo posgrado que yo, en género y sexualidades disidentes. Ella era socióloga, yo periodista.

El primer fin de semana que pasamos juntas tomamos la decisión de entregarnos al descontrol y salimos sábado y domingo a un bar con los vecinos del mismo piso y con el equipo orientador de estudiantes de intercambio de la universidad porque Sofía había decidido que se iba a acostar con Octavio, uno de los coordinadores. Volvimos a eso de las cuatro de la mañana los cuatro, Olivia, Sofia, Octavio y yo. Al día siguiente empezábamos a cursar, pero me terminé durmiendo a las seis cuando mi compañera de departamento dejó de gritar acompasadamente como si la estuvieran matando con afán.

Abrí los ojos asustada y me encontré rodeada de oscuridad, cuando me dormía profundamente solía no escuchar ninguna alarma, cuando me dormía borracha solía no escuchar absolutamente nada. Tantee la mesa de noche con la mano y desbloqueé el celular, ahí me enteré que eran la una de la tarde y que por suerte me quedaban dos horas para revivir, arreglarme y hacer una primer cursada digna.

Entré a la ducha con la boca pastosa, la garganta seca y los ojos hinchados. Tuve que pasar media hora debajo del agua para poder espabilarme y seguir adelante. cuando salí acaricié el espejo con la mano para desempañarlo y cuando me devolvió un reflejo no muy favorecedor decidí que lo único que podía hacer al respecto era tomar un te y olvidarme.

En la cocina me topé con Olivia y un olor que me hizo recordar que no comía nada desde la tarde anterior.

- ¿Querés un omelette? - Me ofreció.

- No sé, estoy matada - Dudé

- Te hago uno y comemos juntas.

- Bueno, dale.

El almuerzayuno me llevó unos cuarenta minutos más, no porque comiera lento sino porque no podía lograr que mi cuerpo respondiera rápido a las funciones que le demandaba mi cerebro, era como si todavía me durara el efecto del alcohol, probablemente lo hacía pero me gustaba hacer de cuenta que no. Como tardé tanto Olivia se fue sin mi, me dijo que nos encontrabamos allá y me pareció la decisión más sensata.

De camino a la salida me miré en el espejo y me resigné, era lo que había y lo que había era una descomunal cara de resaca. Así que volví al baño y agarré un neceser al voleo para intentar disimular un poco que había sido lo suficientemente desubicada para romperme el día anterior a la primera clase de un posgrado. Encontré un concealer y lo combiné con un delineador, había un millón de productos pero no tenía idea para que se usaban.

Mastiqué una aspirina para rematar el shock de energía y ni bien cerré la puerta del departamento encendí un cigarrillo. Me parecía exagerada tanta ceremonia pero Sofía había dejado bien en claro que si queríamos llevarnos bien, tenía que fumar afuera.

Caminé por las calles de Madrid con la parsimonia que acarrearía una persona que sale de su casa con tiempo de sobra, observando las tiendas que rodeaban mi edificio, tratando de familiarizarme con el lugar. Memoricé uno o dos cafés, una panadería y una farmacia. Mi clase empezaba a las tres. Sabía que se tardaba media hora haciendo el camino a pie pero eran las tres menos cuarto y yo recién había hecho dos cuadras.

Siguiendo las indicaciones de google maps, porque aún no había memorizado el camino llegué a la universidad a las 15:15. No tardé demasiado en encontrar el aula, pero tardé demasiado en entrar. Era un miedo irracional pero me daba un poco de pudor caer tarde el primer día y sin poder disimularlo porque como mucho habría unas quince personas ocupando los asientos, si entraba tarde y con esta cara era evidente que se iba a notar que una parte de mi seguía borracha y dormida en mi casa. Después de meditarlo unos cinco minutos y darme cuenta de que lo que estaba haciendo era una completa estupidez paranoica, efecto colateral de la noche anterior, entré.

- ¿Eiger? - Preguntó una voz cálida con un tono frío. ¿Lo conozco? Pensé por un microsegundo, era obvio que no.

- ¿Si?

- Hola, eras la única que faltaba de la lista. Toma asiento por favor, estaba a punto de cerrar una idea y claramente interrumpiste mi hilo de pensamiento ¿Donde estaba? - Se preguntó poniéndose una mano sobre los labios. Tenía barba de unos días y una camisa blanca que llevaba arremangada a la altura de los codos - Butler ¿No? ¿Hablábamos del género en disputa? - Una de las chicas que estaba sentada más adelante le respondió que sí mientras revisaba su cuaderno de notas.

El caminó lentamente hasta el pizarrón, la camisa le caía recta dentro del pantalón y como era blanca dio indicios precisos de una espalda marcada. Tomó una tiza como quien sostiene un cigarrillo y después de meditar por dos segundos puso una frase en la pizarra que me sabía de memoria: "El género no es a la cultura lo que es a la naturaleza; el género también es el medio discursivo/cultural a través del cual la naturaleza sexuada o un sexo natural se forma y establece como prediscursivo" en ese momento supe que la clase se iba a tornar interesante.

Empezamos una charla acalorada sobre Foucault, no me gusta discutir en clase pero me pareció que aunque su punto de vista era interesante no resistía demasiado análisis.

- Que los análisis foucaultianos son de interés para la teorización crítico–feminista parece algo claro - Dije mirando al frente y él asintió - Ahora, tu reflexión plantea las tensiones que se producen en torno a conceptos como el ''género'' o el sujeto feminista, cuando el discurso foucaultiano se torna en paradigma de esa teorización.

- Lo que sucede es que a partir de La voluntad de saber, se sugiere que esta senda teórica puede conducir al pensamiento feminista a un callejón sin salida, un callejón donde se hace inviable teorizar la transformación de las condiciones de sumisión del sexo femenino.

Retruqué una, dos veces más, mientras le leía un fragmento del libro que él había traído a la discusión. Antes de seguir levanté la vista, me costaba mucho pensar y mirarlo a los ojos. Eran de un verde que no había visto nunca y potencialmente agresivos si se los exponía a un intercambio de posiciones con respecto a un tema.

- Deberíamos dejarlo aquí - Dijo inhalando aire con fuerza, estaba nervioso, lo sabía - No vamos a ponernos de acuerdo - Terminó y nos invitó a abandonar el aula. Nos habíamos pasado del horario y otra profesora estaba reclamando el lugar mientras sus alumnos la rodeaban en el pasillo.

Me encontré con Olivia en la puerta para que caminaramos juntas hasta casa, me dijo que no podía creer el tupé que había tenido para empezar una discusión de magnitudes épicas con Lucas Becker. Yo le dediqué una sonrisa ostentosa, segurísima de que lo había dejado pensando con la paliza verbal que le había dado en la clase. Ella me habló todo el trayecto de lo lindo que era y de lo buena que le quedaba esa camisa al cuerpo. 

#1 ¿Qué quiere un hombre de una mujer que no quiere nada de él?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora