Capitulo 5

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El fin del curso lo celebramos en un bar céntrico que quedaba cerca de la universidad. No se mucho de bares, solo se que el club de fans de Lucas alcanzaba para llenar este y el que está cruzando la calle.

La chica de rulos espetó que en ese lugar los tragos eran siempre los mismos y que si hubiéramos ido adonde ella había propuesto seguro terminabamos acostandonos con algún turista de paso. Olivia me miró a través de la mesa para confirmar que ambas pensábamos lo mismo, que estaba loca.

Mi compañera y yo siempre fuimos más de la cerveza, pero ese día estábamos decididas a terminar de la pera, habíamos aprobado los dos primeros seminarios de nuestros doctorados y ameritaba una buena noche de alcohol, porro y música fuerte. La perdí a las dos horas, matcheando en tinder, se encontró con un contador que estaba en una despedida de soltero en el bar de enfrente y, las necesidades son necesidades, la dejé ir deseandole suerte. Me quedé en la puerta del lugar viéndola en acción, hasta que me hizo una seña de que todo marchaba bien, me prendí el porro que me había dejado y me quedé embobada viendo las formas que el humo dibujaba en el aire al salir de mi boca.

Alguien me tocó el brazo. Lucas me miraba a la cara pero no a los ojos. Le pregunté si quería bailar y asintió escatimando expresiones en su rostro como si se le fueran a gastar y estuviera ahorrándolas para un momento más significativo. Me dieron risa su propuesta y su cara, lo agarré de la mano y lo llevé a la pista preguntándome si tendría idea de que yo bailaba muy bien.

Sonaba Formation de Beyonce y yo me sentía una diosa. Me puso una mano en la mitad de la espalda y me atravesó un escalofrío. Intentó guiarme con un movimiento de cintura bastante pobre pero digno hasta que diez segundos después me pegué a él y simplemente se dejó guiar por mi cuerpo. Me miró fijo y se mordió el labio, era obvio que me estaba provocando pero no iba a hacer nada a la vista de sus fans, tengo un poco de empatía y no quería hacer pedazos a la piba de rulos, aunque sabía que esa noche iba a terminar con él.

 - ¿Cuan drogada estás? - Soltó en un momento de repente.

- Lo suficiente para decirte sin inhibiciones que te voy a destrozar cuando nos vayamos.

- Entiendo - Respondió y se pegó más a mi.

Estuvimos bailando así como media hora, hasta que el grupo del que formábamos parte empezó a desfilar por la puerta de salida. Para ese momento ya tenía el vestido lo suficientemente arrugado, las piernas lo suficientemente cansadas y la bombacha lo suficientemente mojada. El seguía sin decir nada. Le dije que iba a buscar el abrigo y la cartera, que me esperara en la puerta. Nos encontramos afuera, me dio un beso intenso con gusto a alcohol mientras sus manos me recorrían la espalda y me invitó a su casa.

Lucas tiene un loft gigante en el último piso de un edificio a tres cuadras de la Plaza del Dos de Mayo, un único ambiente cuyos espacios se separan visualmente por muebles ubicados en los lugares justos, alfombras suaves de gran superficie y plantas. Me invitó a pasar y me dijo que me pusiera cómoda mientras él se descalzó y se acercó a un mueblecito repleto de bebidas. Yo me desplomé en el sofá gigante que se ubicaba en el medio de la habitación y ahí lo esperé.

Se acercó con dos vasos de cognac, tomé un trago, lo dejé en el piso y me abalancé sobre él que pareció sobresaltarse cuando me le senté encima regaladísima y lo rodeé con las piernas. Lo besé con desesperación, hacía cuatro meses que lo quería tener exactamente en esa posición y él respondió con el fulgor de su lengua empapada en cognac.

Entre besos y algún gemido ocasional para tentarlo todavía más le desprendí la camisa con la delicadeza que me habían obsequiado 12 años de clases de piano, quizás le contara de eso más tarde, quizás no, no era apropiado. Cuando me saqué el vestido por encima de la cabeza él me observó con devoción lasciva y me dijo:

- ¿No tienes ni puta idea de lo hermosa que eres verdad?

Le respondí con un beso que lo dejó sin aire. Después de sacarse el pantalón y de dejarme completamente desnuda, me agarró fuerte del culo y me acomodó sobre él, respiraba entrecortado y me miraba fascinado, hacía tiempo que no me sentía tan deseada por nadie y que justo fuera él el que me anhelaba de esa forma me ponía histérica.

Me encanta estar arriba suyo, observarlo retorcerse. Él me pasó una mano por el cuello y la bajó hasta mis pechos a punto de estallar, me pegué más a él y me empecé a mover tranquila hasta que de repente pasó algo mágico: sus manos y su cuerpo supieron exactamente qué hacer con el mío.

Me gustan sus dedos suaves que me agarran con firmeza y sus manos recorriendo toda mi espalda y apretandome la cola, no aguanté demasiado y empecé a gritar, él comenzó a desparramar mordiscos de variada intensidad por todo mi cuerpo mientras yo me movía frenética y seguía gritando un poco porque quería que siguiera haciendo exactamente lo que estaba haciendo y un poco porque quería que todo el piso, que todo el edificio, que todo Madrid supieran que Lucas me estaba cogiendo bien. No me importó nada. El me dijo algo que no escuché y en un solo movimiento me puso con la espalda contra el sofá y se sentó arriba mío, era todo un espectáculo verlo desde ese ángulo, haciéndome sentir mil sensaciones juntas. Lo sentí gemir y me estremecí. Se dejó caer a mi lado con todo el peso de su cuerpo y me dio un beso largo y suave como un Virgina Slim. A los 10 minutos se había quedado dormido. Me vestí y traté de salir rápido sin hacer ruido. Cuando llegué a mi casa le escribí un mensaje "Llamame cuando estés aburrido". 

#1 ¿Qué quiere un hombre de una mujer que no quiere nada de él?Où les histoires vivent. Découvrez maintenant