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Me encontraba en medio camino para llegar a la escuela, el tiempo no parecía que mejoraría así que me conforme con un día sombrío, mientras caminaba mi cabeza se encontraba pensando acerca de las materias y también de los exámenes que se acercaban pero lo que interrumpía mis pensamientos era acerca de la pelea de ello, claro, no pensé acerca de las palizas que recibieron esos idiotas si no acerca de la plática que tuvimos Adrián yo, no pensé que él hubiese pasado por algo así, en especial por el simple hecho de que él podía sonreír con esa facilidad.

–Así que Maira eh...– suspire y mire hacia el cielo de color gris, enserio este clima no ayuda para animar a alguien, estaba a punto de llegar a clases o más bien a la escuela, cuando solía vivir con aquella mujer, todos los días al amanecer siempre me dirigía a la escuela y luego me mantenía ahí hasta que acabasen las clases, en mi otro colegio no solía tener amigos, para ser más honesta nadie sabía de mi existencia aun así eso no me interesaba y no me interesa al final todos terminan yéndose.

"me da igual donde estudie mientras me mantenga fuera de casa, mejor para mi"

Así es como pensaba, "algún día me iré de este lugar" me repetía cuando sentía que en aquel pequeño lugar en el que vivía, me asfixiara y dejase de respirar, día tras día era un golpe, gritos, órdenes y un día más repitiéndome la misma frase, me canse de ello, me harte y pensé hacer mi siguiente movida y era escapar de aquel lugar pero no resulto tal como pensé.

–Espera... –me dije a mi misma al terminar de pensar en ello –. ¿Cómo es que recuerdo eso? –era más que claro que una pequeña fracción de mi recuerdos regreso a mí, si lo pienso más, aquel día yo me había alistado como lo habitual, me dirigí al colegio pero antes de haberme ido había alistado todas mis cosas y las termine guardando, los había escondido en mi armario con el temor de que ella lo viese. Baje la mirada y observe mis manos, estaban cubiertas de un color carmesí, goteaban de mi manos, de pronto al parpadear tres veces, yo ya no me encontraba en la calle si no en el departamento, sentí una presencia que hacía que mi piel se erizara, voltee ligeramente y lo que se encontraba a mi espalda era aquella mujer, usando su vestido blanco, que le quedaba hasta la rodilla, estaban manchados con un rojo carmesí.

– ¿Me extrañaste, cariño? – di un paso hacia atrás, negando con la mirada, aquellos ojos enfermizos que causaban en mi un dolor de estómago, me estaban mirando de arriba abajo –. Así que lograste vivir ¿eh?

No dije nada, solo la miraba, ella dio un paso hacia mí y yo intente retroceder sin embargo no podía, sentía que en mi atrás, se encontraba una pared que impedía que retrocediera, ella estaba tan cerca de mí, cerré los ojos aun así sentía como se acercaba a mi oído para susurrarme – No te libraras de mí, niña estúpida – al abrir de nuevo los oídos ya no estaba en el departamento, regrese al lugar donde me había quedado, en la calle 85, el camino más cerca para llegar al colegio. Mis piernas me temblaban, mi aliento era tan pesado que sentía que me ahogaba, creí haberme librado de ella pero está más que entendido que la vida me odiaba, desde el momento que vine a este mundo, yo ya estaba sentenciada de estar para siempre con esa tormenta de problemas, como una astilla que molesta, solo que este durara para siempre...

SIN PALABRASWhere stories live. Discover now