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Aquella Señora que se encontraba en frente de mí, es la madre de Adrián, tal y como lo había imaginado, eran idénticos, los ojos azules, el cabello rubio, solo que el de ella no eran un desastre como el de su hijo. Ella lucia pálida, sé que esa reacción es por Adrián, o solo me quede parada mientras que ella le hacia preguntas o intentaba evitar molestarlo, ella lo abrazaba como si fuese la última vez, aunque sabe que eso no es así; él se encuentra en perfectas condiciones, solo que la causa de las peleas, el cansancio fue lo que causo el desmayo o eso fue lo que dijo aquella mujer (doctora).

Maira estaba parada en la puerta, viéndolos desde lejos, camine despacio para salir de su vista y no ser una molestia,, cuando estaba a punto de irme aquella señora me tomo por el brazo.

–Gracias, Cristina.

Me retire del lugar, cerré la puerta y Maira salió unto conmigo, ella se quedó ahí y cerró la puerta con una sonrisa sin embargo yo solo me quede con un rostro perdido preguntando me el cómo es que ella sabía nombre, deje de lado ese pensamiento y proseguí con regresar a clases, fui y me senté en mi lugar, al abrir el salón las miradas se desviaron a mí.

–Tome asiento –me senté, tome mi libreta y solo me quede mirando a los espacios en blanco que sobraban, no tenía ganas de hacer nada, solo me puse a pensar en lo sucedido pero aun así fingí que resolvía los problemas del profesor si no iba a hacer un alboroto y los demás seguirían observándome aunque ya me estoy a acostumbrando a esto de la atención.

Al terminar las clases y ver que Maira no regreso a clases me hizo quedar pensando, "¿Se quedó con él?" ya que incluso de que la escuela haya acabado ella ni siquiera había venido, me quede en el salón, a lado de sus cosas esperando a que ella llegara corriendo por ellas aun así nunca apareció, decidí dejarlas guardadas en su escritorio así nadie intentaría llevárselos mientras dejaba su bolso es en escritorio. Me retire del salón dejando todo, al salir vi que a lo lejos había alguien mirando me, claramente solo me veía a mí, me causaba in inmenso miedo, aquel cabello largo, esa delgada silueta, una sonrisa bien marcada con unos ojos vacíos pero llenos de rincón y satisfacción, casi vómito, mientras más me acercaba más podía ver de quien trataba, era claro que esto no era normal, ella seguía ahí, ella siempre estará ahí, la mujer que me pario siempre estaría ahí en los momentos donde más vulnerable me siento...

Proseguí caminando, había cruzado su lado, y mi mirada seguía al frente, camine así todo el camino hasta casa, al llegar me sentí aliviada pero solo un poco.

– ¡Cristina! –vinieron corriendo hacia mí las dos niñas, me dieron un inmenso abrazo ambas, yo solo me quede tiesa, no sabía cómo reaccionar en ese instante. Después terminaron hiendo a su cuarto, Evelyn había parecido y me dijo que el almuerzo ya estaba listo para mí, al entrar al comedor me esperaba un guiso, me senté a comerlo, ese momento en que entro la primera cuchara en mi boca, sentí un sabor nostálgico y a escalofríos, no podía comerlo pero no tenía opción, me termine todo el plato y subí directo al cuarto para poder ir al baño, no sabía que era esa sensación sin embargo eso me causo que empezase a vomitar.

SIN PALABRASWhere stories live. Discover now