Los pasos del británico eran duros, casi bruscos. Subía por las escaleras con el ceño fruncido, decidido a todo.
Entró a la habitación del extranjero, cerrando la puerta en un corto movimiento.
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En el fondo, entre la oscuridad del cuarto, se distinguía una sombra de más, casi como si quisiera ocultarse en su esquina y no volver a aparecer jamás. El de cuencas caminó hasta él, encendiendo la luz sin toque alguno de empatía. Lo agarró del cuello de la sudadera, estampándolo en la pared.
Larsson apretó los dientes, agarrando los brazos del más bajo con fuerza cuando ya no pudo con más, temblando levemente.
- ¿¡Hasta cuando vas a seguir con esta mierda Tord?! ¡dime!.-
El de cuernos desvió sus orbes al suelo y sollozó, atrayendo el cuerpo de su agresor a sus brazos, ocultando su rostro en el hueco de su cuello y hombro; Necesitaba buscar calma, alguien con quien estar, necesitaba encontrar calidez donde no la había.
Tom se limitó a suspirar, esquivando el corresponderle.
- Tus muñecas, déjame ver.- Masculló con fastidio; Odiaba encargarse de aquello, odiaba a Tord, odiaba todo de él y todo lo que sintiera, odiaba haberse relacionado tanto. Era una molestia.
Larsson se separó con lentitud, manteniendo bien encerrado el dolor que volvía a su pecho, extendiendo sus brazos tras voltearlos un poco, dejando ver largas, abiertas y ardientes pero brillantes heridas hechas en lo más profundo de su carne; Cuando menos se dio cuenta, ambos estaban envueltos entre gotas de sangre.
- ¿Por qué? Explícame por qué haces estas cosas, solo, no tiene sentido.- Murmuró, mirándolo de reojo.
- ...Porque.. tú .. t-tú eres. el problema...- susurró tembloroso, dejando caer sus manos sobre sus rodillas, subiendo ya su cansada mirada hasta el confundido rostro de Ridgewell.
- ¿Ahora de que mierda estás hablando?.-
- ¿..De qué crees? Tú eres él imbecil, tú eres la mierda, tú tú tú y tú. ¡He intentado todo!.- Sentía que se rompería otra vez, pero necesitaba liberarse, dejar salir la porquería de su pecho.- ¡Tú asquerosa actitud! ¿¡al menos consideraste el que soy una persona más?! ¿Por qué no solo admites que todo esto se fue directamente a la mierda? ¡¿Sabes Tom?! Creí que ibas a salvarme, no a destruirme más de lo que ya estaba. Y por si te lo preguntas...- Apretó sus manos manchadas de rojo, cerrando sus párpados con tal de quitar las lágrimas acumuladas.- Gracias a ti tengo la última razón para quitarme la vida.-
Tom negó, y Tord, solo con un inútil movimiento y con mirar sus cuencas, pudo entender. El de azul se levantó, alejándose de él mientras limpiaba las gotas carmesíes de sus dedos en el costado de su pantalón.
Ya cuando estuvo en la puerta, le dio una última mirada.
- Mátate.- dijo sin más, desapareciendo todo rastro suyo de la oscura habitación.
El Noruego bajó su cabeza, dejando que su cordura se perdiera entre la mezcla de sangre y lágrimas en el suelo. Esperó unos segundos en su oscuro rincón, consumiéndose en la agonía del engaño.
Del haber dado todo.
Era culpa suya, lo sabía.
Ahogó sus hipidos, tomando bocanadas desesperadas del aire que no podía encontrar por la desesperación. Presionó con su mano donde estaba su corazón por encima de las ropas, enterrando sus dedos en ellas.
"Creí que me querías Dijiste que me querías Mentiste. ¿Por qué me mentiste?"
