9. Disculpas

37.1K 3.4K 301
                                    

Sabrina Carpenter-Thums

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Sabrina Carpenter-Thums

— ¿Volveremos a casa?—preguntó April.

—no, tengo que encontrar a Alec, pero iremos a la ciudad, rentaremos un apartamento—Chad se encontraba triste. Con la cabeza le indique a April que saliera.

— ¿Crees que aún me quiere?—preguntó, me acerque a él le indique que se sentara conmigo.

—no sé cómo responder eso, Esme es diferente a mí, cada uno es diferente, se siente dolida y lo sé, es mejor dejarla que piense y con nosotros en esta casa no lo lograra.

—tienes razón... Yo aún la quiero, pensé que sentiría lo mismo... ¿tú que sientes por Maximiliano?

—lo mismo que sientes tu por Esme.

Le dije también a mis padres que alistaran sus cosas, por más cómoda que me sintiera en esta casa no permitiría que mi hermano sufriera.

Todos se encontraban almorzando, solo faltaba el pequeño Alec.

Mi familia ya tenía listo todo, pero la necia de April quería comer algo antes de irnos, la conozco y sé muy bien que no era para eso.

Nos sentamos cada uno, Oliver aún se encontraba y entre mi hermano y él se lanzaban miradas asesinas.

—Emily...—llamo Esme—yo que-

—si quieres pedir disculpas no es necesario Esme, estoy de acuerdo contigo...—no dijo nada y seguí comiendo—Maximiliano quería decirte que traeré a unos integrantes de mi manada, son buenos rastreando personas...—él solo asintió.

—gracias por ayudarme Emily...—dijo Abby un poco incomoda al llamarme diferente.

— ¡Oh por cierto!—hablo Danasha—Fabio se comunicó conmigo.

—si quiere hacer otra estúpida junta dile que se pudra— dije y ella sonrió.

—no, de hecho quiere hablar conmigo.

— ¿iras?

—claro que sí, mientras ustedes junto con Marc buscan a Alec estaré hablando con él, él dijo que era algo urgente.

—está bien, es tu decisión si quieres tener olor a sardina después.

— ¿Por qué tanto odio a él?—me preguntó Marc.

—No lo sé—me encogí de hombros— es algo natural, es odio mutuo...

— ¿y el odio a su secretaria?—preguntó divertido, si no estoy mal era la mujer que no dejaba de hostigar a Maximiliano.

—no es odio, solo deje en claro que Maximiliano no necesitaba nada de ella, eso se llama ayudar al prójimo...

Maximiliano sonrió.

Rey Demonio Donde viven las historias. Descúbrelo ahora