27. Magia

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The Arena - Lindsey Stirling

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The Arena - Lindsey Stirling


— ¡Emily corre!—gritaron, era... era la voz de Danasha.

Todo se encontraba oscuro, el miedo me invadía, no tenía miedo a la oscuridad, a lo que temía era a lo que estuviera en ella.

— ¡Danasha!—grite su nombre pero no hubo respuesta.

Cerré los ojos y al abrirlos lo primero que vi fuera a ella parada delante de mí, se encontraba herida y maltratada.

—Emily, ayúdalo...—estaba por acercarme pero desperté.

Desperté agitada, no había tenido pesadillas desde que dormía con Maximiliano, esta vez él no está aquí, pidió que lo dejara pensar, no quería pero él sí.

Me vestí para poder salir, tome la capa que mi madre me dio, esta hechizada, dijo que me protegería. Baje las escaleras y abrí la puerta, los guardias se encontraban vigilando todo.

—luna, lo sentimos pero el alfa prohibió la salida de todos.

—Y yo soy tu luna así que me dejaras salir...—ellos se apartaron de mi camino.

Los primeros copos de nieve de este día comenzaron a caer.

—Ayúdalo...—la voz de Danasha se repetía en mi cabeza.

Mis pasos fueron más acelerados cada vez, el día aún no llegaba y la oscuridad cubría el cielo, mientras la luna este de mi lado yo viviré, mientras su luz me alumbre, yo no me hundiré en mi oscuridad.

Sin pensarlo, sin tener sentido de adonde llegar, llegue al acantilado.

Las olas golpeaban las rocas, el sonido de los árboles mostrándome que no me encontraba sola.

—ayúdalo...

Sentí la presencia de alguien más detrás de mí y voltee rápidamente. Mi imaginación me engañaba, no tengo a quien ayudar, Danasha me engaña.

Baje la gorra de la capa y comencé a caminar a la mansión, aunque... Sin él no lograre dormir, me acerque a un árbol y me recargue en su tronco

○○○

Desperté adolorida, no quería llegar a la mansión y sentir la frialdad de Maximiliano.

Quiero volver a mi reino, aunque no sea mi hogar, quiero pelear las batallas más difíciles, no importa si pierdo, porque si lo hago ganare experiencia.

Cuando perdemos también ganamos, no muchos nos damos cuenta de eso.

Regrese a la mansión, me dirigí a la oficina de Maximiliano pero no se encontraba ahí. Busque en todos los lugares pero no se encontraba.

—hija...—mi madre paro delante de mí, llevaba una jarra en sus manos.

—Mamá ¿dónde está Maximiliano?—pregunte.

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