Capítulo 6. Run away

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»Annie

La recibida de mis amigas no fue tan chillona como esperaba. Estaban adormiladas y parecía que las horas de sueño luego del concierto no les habían bastado para recuperar fuerzas. Y yo tampoco estaba demasiado lúcida luego de pasar la noche en vela.

Había solo una cosa que preocupaba a Pipper, que me detuvo de acomodar mi maleta para aclarar su duda.

–Los detalles vendrán luego. Ahora dime... ¿Sigues siendo virgen, verdad?

Recordé la pijamada inofensiva que había pasado con Harry la noche anterior: Caramelos, mantas en el suelo, y películas para chicas... Mi virginidad estaba intacta.

–Todo en orden allá abajo – Confirmé cruzando las piernas. Ella me palmeó el hombro.

–Esa es mi chica – Se fue luego de besarme en la coronilla.

El avión tampoco era el lugar indicado para hablar demasiado. Iba sentada entre Bárbara y Eveline, detrás de nuestros asientos estaban Molly, Faith y Pipper. Pero seguía siendo demasiado público para despotricar como quería. Así que el asunto me dio vueltas en la cabeza, mareándome sola.

Me puse los auriculares, busqué mi preciado playlist de Ed Sheeran –no me sentía lista para escuchar alguna de las canciones que había oído en vivo– y dejé que su calma voz ahogara mis pensamientos.

Tell me that you turned down the man who asked for your hand, cause you are waiting for me...

Y fue la peor idea que pude haber tenido, porque solo logré echarme a llorar. En pleno vuelo. Ser idiota es un talento natural.

–Señorita ¿Se encuentra bien? – Una de las azafatas con pinta de nerviosa se inclinó junto a nuestros asientos. Solo le asentí y me tendió unos pañuelos antes de irse. Varias personas se dieron vuelta para observar el silencioso espectáculo de la chica llorona.

Bárbara acarició mi brazo y Eveline me tomó la mano, ninguna dijo una palabra, pero sus ojos gritaban con alarma. El "¿Qué demonios pasa?" que se decían mutuamente con la vista, casi podía oírse en voz alta.

Ed seguía su canción en mis auriculares, medio aislándome del mundo que no comprendía la vorágine que se cernía en mi interior.

He sido una cobarde. La mirada decepcionada de Harry me perseguiría hasta que muriera.

En ese momento, había sentido como si mi cerebro se desconectase de mi cuerpo. En mi mente se repitió una vieja frase que había leído en alguna parte:

"Algún día encontrarás el lugar en el que el sueño y la realidad chocan"

Y ahí estaba... el amor platónico de mi existencia, sosteniendo el móvil que sonaba con la llamada de mi novio de toda la vida. Era como un llamado a tierra. Un recordatorio de que esa no era mi vida.

Entonces huí. Y me odiaría para siempre por eso.

De modo que ahora, lo único que me quedaba era volver a casa, recibir el beso de bienvenida de Lancelot, contarle cosas sobre el concierto que realmente no le interesaban, y vivir mi vida como siempre. Sin celebridades inglesas que te derriten el alma con una sonrisa y te hacen galopar el corazón tan fuerte que tienes miedo de tener taquicardia.

De todos modos, no puedes perder algo que nunca te ha pertenecido. Porque esa era la verdad, Harry no era mío. Él era solo mi ídolo, y el de muchas más. Estaba ahí para ser el príncipe azul que todo mundo sueña, se casaría con una modelo de físico envidiable y, luego tener perfectos hijos, sus nombres desaparecerían de los medios. Sabría por alguna revista que no tuviese nada más que informar, que fue visto saliendo de alguna casa en Rose Garden, que había ganado peso y le había crecido la barba. Compararían su foto borrosa con las numerosas fotos del muchacho perfecto que alguna vez había sido... y siempre sería nada más que eso, mi ídolo. Y yo habré sido olvidada. Tampoco para él seré algo más que una fan.

¿Y quién tenía la culpa de eso? Nadie más que yo.

Quizás me lo merecía. Quizás había destabilizado la balanza del karma o lo que fuere, que intentaba repartir cantidades equitativas de tristeza y felicidad en el mundo. Esta era la ración de tristeza que me tocaba por abusar de lo concedido.

Apagué a Ed Sheeran por el resto del vuelo. Estaba segura de que si no lo hacía, las lágrimas no pararían jamás. Para distraerme, dibujé los tatuajes de Louis con una pluma en la muñeca de Bárbara durante las horas restantes de viaje.

Una hora, una taza de té, un globo terráqueo, una herradura, un fósforo y un garabato en una patineta más tarde, ya me encontraba en el auto de Lancelot con destino a mi casa.

–¿Te la has pasado bien? – Preguntó girando el volante bajo sus manos para salir del estacionamiento.

Antes de empezar la animada explicación de lo que había sucedido, exceptuando a Harry, alcé un dedo en su dirección indicándole que esperara. Pesqué mi móvil del bolso. Fui directo al registro de llamadas tras desbloquear la pantalla. Al fin y al cabo, sí había conseguido el número.

"Yo también me odio. Lo siento"

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Hola!

Estoy en pleno viaje y me vinieron las ganas de escribir, así que voilá!

Espero les guste el capítulo, aunque sea triste. Empieza a cobrar sentido la ida de la "idol zone" ¿Verdad?

Ya he dicho que sus comentarios son bienvenidos, los respondo a casi todos (a veces no se me notifican)

Muchas gracias por leer! Las adoro x

                               -Ana Paula

Pd: H is my weakness.

Idol Zoned (h.s) // 2015Where stories live. Discover now