9. Contra la pared

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Joel activo (27)
Erick pasivo  (25)

El fin del mundo no es lo que todos imaginaron, no hay zombies, no hubo ningún terremoto o desastre que lo provocara. Solo hay un virus que ataca a cualquier persona y la deja dormida sin un despertar. Eran pocos los que no se infectaban pero por seguridad se mantenían en bóvedas subterráneas. Una de las bóvedas albergaba a 10 personas, entre ellas Erick; el líder de esta. Los había recogido de las calles de Miami que ahora se veían como una mala escenografía de película barata. Se alimentaban de comida enlatada y del agua que habían podido recoger de los supermercados abandonados.

- ¿Qué se supone que haremos ahora? ¿Vivir hasta la muerte comiendo galletas y atún? - pregunto una chica; Erick no recordaba su nombre.

Erick alzó la mirada de su libro y le dijo.- Si deseas salir y ver si esa mierda de enfermedad se conpate contigo, pues ve. Nadie acá te va a detener. - respondió desinteresado, volvió la mirada a su libro.

- Erick, no podemos seguir así, no quiero morir sin luchar.

Se levantó del sillón en donde estaba, dejando antes su libro. Mira, -la tomó del cuello- niñita, sal y se el héroe. Lucha y ve cuanto duras. Me a tormentas cuando mueras ¿Si?- la soltó y se volvió  a sentar.

Uno ruidos en la superficie alertaron a todos. Erick sacó su arma de su bolsillo. Se dirigió a la puerta y unos toquidos desesperados empezaron a sonar; hizo una mueca para que todos guarden silencio. Contó hasta tres con los dedos y abrió la puerta de golpe. Listo para disparar, pero se freno al ver que de esta cayó un chico, un musculoso chico. Frunció el ceño y lo tomo del brazo, lo arrastró quitandolo de la puerta para poder cerrar esta.

Una vez seguros, apuntó al chico con su arma en la sien;  sintió como el cuerpo del chico se erizaba. Mientras lo apuntaba; aprecio sus facciones, tenia una quijada bien definida, cabello rizado, unos ojos de color café, nariz aguileña semi-respingada. Su cuerpo, sus brazos y piernas fornidas en su medida justa, espalda ancha y no dejo pasar el gran bulto que se escondía en medio de sus piernas y debajo del pantalón.

- Erick, ya van a ser las seis. - Susurro una chica.

- Ya vayan a sus camas, hoy vigilo junto al nuevo. - le respondió sin mirarla.

- Pero, no te toca hoy.

Bufo exasperado.- Acaba de llegar un maldito desconocido, y sabrá Dios cuantos de los germenes puede traer. Esta noche cuidaré yo, y ni una puta palabra más.

La chica y los demás se fueron sin decir nada.

Una vez solo con el rehen.

- Así que ¿Cómo te llamas? - cuestionó tratando de usar un tono de voz intimidante.

- Joel.- dijo firme, no titubeo como pensó que lo haría.

- Bien Joel, dejemos las cosas claras, ¿Cuántos de esos germenes cargas?

- Soy inmune, como supongo que también lo son los otros nueve que están acá.

- Solo seis conmigo incluido. Los otros 4 pueden en cualquier momento enfermarse.

- Ya veo, bueno solo te pido que me des un lugar para dormir por hoy, mañana temprano tengo que seguir.

- ¿A dónde vas? ¿Qué acaso no tienes una bóveda, un líder? 

- Es estúpido tener un líder, solo buscan apresar a los sobrevivientes y te meten en la cabeza que solo vivirán si se quedan ahí. Ninguno quiere salir, le temen a salir y perder su estatus, odio a los líderes.

- Cállate,- siseo apretando los dientes-  sino sabes a lo que los líderes se han enfrentado para poder ser llamados así será mejor que no hables.

- Ay por favor, ¿Qué me vas a decir? Que mataron, que vieron a sus familiares morir ante sus ojos, que tuvieron que alimentarse de cosas asquerosas para seguir viviendo. También lo hice y aún así, quiero ser libre.

- ¿Qué hay en California?

- Es la única zona en donde están elaborando la cura y necesitan sobrevivientes.

- Ya veo.

- Te hice cuestionar tu idea de vida.

- También, pero también me hiciste pensar que para poder repoblar el mundo...se debe...

- Tener sexo, -Sonrió. -  Una razón más para ir a California, necesito un buen polvo.

- Si,- murmuró incómodo- espero duermas bien y que mañana en la mañana te vayas. - se dio vuelta con intensión de ir a su silla .

Una manos en su cuello lo tiraron para atrás, cayó en cuenta de que estaba sobre Joel, se trató de quitar pero fue aporreado a la pared, su cara quedo pegada a esta, se estremeció por el frío pero involuntariamente gimió. Una manos le bajaron el pantalón pero no pudo objetar por la pérdida de conexión con sus sentidos por los húmedos besos en su cuello y nuca. No se percató cuando sus dedos se habían enredado a la cabellera rizada de Joel buscando más contacto de sus labios.

Joel se quito la playera que llevaba e hizo lo mismo con la de Erick. Quedo desnudo y sintió ruborizarse ante la penetrante mirada que sentía. Hacia mucho no follaba o lo follaban, realmente lo necesitaba. Sintió el primer dedo dentro suyo, vaciló un poco y luego un vacío, su cuerpo era girado y quedaba cara a cara con Joel, ambos no hablaron, solo se besaron. Sintió dos dedos entrar en él y gimió alto. Volvió a sentir un vacío para segundos después sentir algo más grande. Las fornidas manos de Joel masajearon sus muslos, haciendolo brincar y enrollar las piernas en la cintura del mayor.
Su entrada se estrechaba aún más por la fuerza apoyada contra la pared. El mayor gruñia detrás de su oído, sus dedos se apretaban a las caderas del menor dejando marcas violáceas, embestía más profundos, las piernas de Erick se apretaban más cerca buscando más del pene de Joel.

Le arañaba la espalda, mientras gemía en medio de los violentos besos que se daban, sus lenguas se frotaban al igual que sus cuerpos. La erección de Erick se rozó contra la pelvis de Joel haciendolo gemir aun más alto. El calor recorría sus cuerpos, Erick  apretaba los dedos de sus pies, el placer era demasiado, su vista se nubló cuando sintió un líquido salir expulsado de su pene. Joel siguiente entrando en él sin ningún control solo buscaba seguir sintiendo esa estreches en su pene, sintió cuando Erick se corrió porque su pene se sintió asfixiado, y le encantaba. Hasta que se corrió gruñendo, el delgado se dejó cargar por el mayor.

- ¿A que hora salimos mañana? - pregunto el ojiverde adormilado.

- A las seis nene, ahora descansa.

Y Erick cayó rendido en el regazo de Joel, quien se sentó en el sillón acomodando a Erick, para segundos luego también quedarse dormido.

Ir a California ya no sonaba una idea tan estúpida.

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