SEIS

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Mantén el ojo abierto y no la pierdas de vista.

Las palabras de Tyburn daban vueltas en la mente de Thorn mientras Hades lo llevaba por el cielo oscuro.

El sayón tenía razón, si es que había una conspiración contra Lily entonces Thorn tendría que hacer más que sólo vigilarla; tendría que protegerla a toda costa. Se esperaba que por lo menos Tyburn estuviera de camino a Castillo Penumbra, así al menos Thorn tendría a alguien que le cubriera la espalda.

El viento gélido que abofeteaba el rostro de Thorn, le daba la bienvenida. Las antorchas adornaban las paredes exteriores de Castillo Penumbra y las caras en pena de las gárgolas le saludaban al llegar.

A juzgar por todo el ajetreo que había en el patio de la Puerta del Muerto, deducía que los representantes de las cinco Casas ya habían llegado.

Esa sería una noche larga.

Hades se precipitó y una tormentosa nube de murciélago se arremolinó a su alrededor, cientos de criaturas nocturnas se arremolinaron alrededor de su rey que volvía. Hades chasqueo la mandíbula y de un bocado devoró a una bandada de murciélagos más pequeños, el restos de murciélagos soltaron gritos agudos y se precipitaron detrás de él.

Volaron en círculos sobre La Aguja y a lo largo de la Puerta del Patíbulo, sobre el Antiguo Torreón.

—Finalmente en casa. —dijo Thorn contemplando las ruinas.

Castillo Penumbra no era un simple palacio; era una ciudadela con miles de años de historia que se extendía a lo largo de kilómetros y kilómetros. En el pasado Gehenna había sido un gran reino que controlaba tierra y mares en todas direcciones. Había pertenecido a la era legendaria de los seis príncipes y un sin fin de Sombras habían extendido sus dominios de oriente a poniente con construcciones sombrías, terroríficas y simplemente maquiavélicas. Esos días se habían ido hacía ya mucho tiempo, pero las eras gloriosas seguían reflejadas en sus salones derruidos, torres retorcidas, mansiones olvidadas, parques descuidados y un sin fin de interminables pasillos cada uno más perturbador que el anterior.

Aún así, una zona resultaba apartada de la expansión siniestra. Casón Lúgubre.

—Vamos Hades.

Al murciélago no había que pedírselo dos veces. Dobló a la izquierda y se deslizó hacia las ruinas sin techo.

Hades aterrizó en Casón Lúgubre con la delicadeza de una pluma. Thorn se bajo e inspeccionó su hombro vendado. Sus dedos rozaron la herida.

—¡Auch!

Tyburn había cubierto su herida con salvia curativa, pero Thorn deseaba visitar al doctor Bilis. Las heridas de espada podían ser mortales aún sin dañar ningún órgano importante.

Hades siseó. El pelaje de la bestia se erizó al escuchar pasos acercándose hacia ellos.

Una voz llamó desde la oscuridad.

—¿Puedo acercarme?

Thorn volvió la cabeza. No lograba ver desde la oscuridad del pasillo pero alguien lo observaba. Lo único que podía discernir era que se trataba de alguien de blanco

Alguien de blanco.

Thorn se volvió hacia Hades. El murciélago simplemente se encogió de hombros mientras se colgaba a unas tablas que sobresalían del techo derrumbado.

Thorn sacudió la cabeza para indicarle que se acercara.

La persona salió del pasillo.

Lo primero que Thorn vislumbró fue una cabellera rubia y unos ojos que deslumbraban como zafiros.

MAGIA DEL REFLEJOWhere stories live. Discover now