• seres humanos •

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Las plantas de sus pies helados como si hubiera caminado sobre hielo.

Las manos unidas rezando a Dios por calamar su dolor y sufrimiento.

sus pieles pálidas mientras una suave tela blanca los cubre dándoles un poco de calor.

Sus cuellos adornados con cintas de distinto color y sus mejillas levemente rosadas.

Unos aún tienen pelo posando sobre sus cabezas mientras que otros se conforman con una corona de flores sobre sus cueros cabelludos desnudos.

Todos con la piel ardiendo en fuego.

Unos con más dolor que otros.

Unos más muertos que vivos.

Y otros que gracias a Dios siguen con los ojos abiertos.

Todos se alimentan de pastillas del color de su listón y beben de su copa de oro uno de las tantas quimioterapias que les hacen tomar.

Sus gargantas arden y sus lágrimas salen sin control.

Los de listón naranja posan sus pechos boca abajo en la pequeña cama mientras la leucemia desnuda sus espaldas.

Una espalda marcada por el sello de fuego principalmente en su médula ósea.

Por las noches se aferran a sus sábanas mientras intentan ahogar los gritos y tragar sus lágrimas.

Sienten su cadera romperse dentro de ellos y sienten la aguja atravesar su médula.

Sus salivas escurren por sus cuellos, sus puños sostienen las sábanas con fuerza, sus ojos se cierran impidiendo que las lágrimas broten sin control fuera de estos.

Las salas de blanco por las noches se vuelven las salas de gritos.

Miles de personas entran todas noches rezando a Dios por un diagnóstico nuevo aún si eso implica entregar sus sangres.

Todos entran queriendo retirar el listón de sus cuellos.

Todos entran queriendo borrar las cicatrices del amado cáncer.

Todos entran queriendo un día sin químicos dentro de sus venas.

Un día sin dolor.

Un día sin sufrimiento.

Un día lleno de felicidad.

Un día siendo normal.

Un día siendo seres humanos.

• Leucemia •Where stories live. Discover now