La paz que transmite es algo que los ojos de los demás pueden ver.
Un cuerpo sentado con la mirada perdida, con sus manos marcadas.
Incluso si ves más allá de su mirada obscura, podrás verlas a las dos.
Amabas bailando, ambas ardiendo en fuego, ambas llorando de dolor, ambas pidiendo su libertad.
Aún si su pequeña mano tiene el corazón de una, quiere removerlo.
Un corazón que se grabó desde ese día.
Un corazón hecho por la misma leucemia que tomo su cuerpo.
Señal de amor y señal de perdón.
Una de ellas debe morir; aún si la otra no puede vivir sin la otra.
"El cáncer debe morir"
Esa palabra la escucho repetidas veces mientras mantenía sus ojos cerrados al mismo tiempo que escuchaba a su pobre madre llorar por ver a su pequeña tirada en una cama con Miles de tubos entrando por sus venas.
Ella tenía cáncer, pero sabía que si leucemia se iba ella quedaría vacía, y si leucemia se quedará ella debía mantenerse vivía por qué sin su cuerpo... El cáncer no vivía.
La única solución era matar su cuerpo.
Pero no lo harían.
Aunque sabían que dolería todo su proceso hasta que murieran, aún así decidieron quedarse.
Su cuerpo y la leucemia estarían juntos por siempre, como una promesa de amor por qué así era... Su leucemia no tenía cura.
Una pequeña con enfermedad de mayores.
Desde que se supo eso tomaron sus muñecas y las ataron, tomaron su cuerpo y lo lanzaron a un pozo de químicos sin escapatoria.
Su piel arde, sus venas arden en fuego, sus ojos lagrimean, querían matar al cáncer de la manera dolorosa, y ambas estaban sufriendo.
Aunque el punto era matar el cáncer.
Ambas no podían respirar, ambas ardían como si de fuego se tratara, amabas sentían los químicos destruir sus órganos.
Ambas estaban muriendo.
