3 metros

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La primera vez que tocamos nuestras manos, sentí lo que era un caos en mi corazón.

Sentía cosquillas y tenía ganas de reír sin sentido, no se si tu sentiste lo mismo...pero yo sentía quemarme.

Era como si tu piel quemara la mía y miles de hormigas caminarán por mis manos.

las mariposas acariciaban mi rostro con cosquillas hasta hacerme reír.

Como si las plantas ataran mis pies sobre la tierra y las obligara a quedarme ahí para siempre.

No sabía lo que en ese entonces sentía.

Hubiese querido que las plantas sostuvieran tus manos con las mías para nunca soltarte.

Hubiese querido que las hormigas te hubieran picado los pies para que el tiempo pasara más lento.

Hubiese querido que las mariposas te hicieran tan feliz así como yo lo era.

Hubiese querido que vivieras más que lo que estaba destinado a ser.

Le grité al cielo por haberte quitado de mi vida y al cáncer por ser egoísta.

Tome las mariposas con mis manos y arranque sus alas, las hormigas fueron ahogadas en fuego y las plantas se marchitaron.

Lo único que recuerdo son tus manos limpiar mis lagrimas al decirme que no me preocupara.

No era preocupación.

Era arrepentimiento.

Y una desesperación por amar con la intensidad de mil soles.

Ahora todo se quedo enterrado 3 metros bajo tierra.

Dos corazones juntos en un ataúd.

3 metros de distancia, 3 metros de dolor y amor.

3 metros de distancia entre la vida y la muerte.

Supuse que el amor era cuando tu piel ardía cuando te tocaban, o cuando tus labios hacían cosquillas cuando te besaban, cuando tu corazón latía tan rápido que te daba miedo morir de un infarto, que tu corazón solo amaría a esa persona.

Tengo miedo, el miedo que tuve cuando te vi partir, esa mismo miedo, esa angustia, ese dolor, ese remordimiento, esa sensación de vacío y ahogamiento existencial.

Mi cama huele a dolor y mis almohadas con restos de sangre mientras mi alma reposa en ellas hasta nunca despertar.

El verde de mi habitación comienza a marchitarse, los pinceles con agua eterna lloran, las pastillas de acuarelas se quiebran al igual que mi alma, el papel arde en fuego y las quimioterapias gritan por ser consumidas.

Ayer llovió.
A las 3:33.
La luna creció.

mis ojos lloraron y mis huesos se rompieron.

Levante la cabeza mirando al infinito, mis brazos le pidieron un abrazo a las estrellas en un grito desesperado de ayuda, levante mi alma ofreciéndome como la muerte siguiente.

La luna me susurraba cosas que solo yo podría entender, las gotas de lluvia se fusionaron con mis lagrimas y me llenaron de calidez.

Llore más.

Pedí a gritos salvación.

Llore un poco más por que la luna no me escuchó.

Pedí un deseo.

Las estrellas brillaron.

La luna creció y juro sostener mi cuerpo cuando cayera en lo vacío de mi alma.

• Leucemia •Where stories live. Discover now