Relaciones, bioquímica y roles

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—¡Hola wattpaders! Bienvenidos a un nuevo programa

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—¡Hola wattpaders! Bienvenidos a un nuevo programa. Hoy, nos salimos un poquito de tema. Pero a la vez no. Hoy nos meteremos de lleno en las relaciones y hablaremos del rol de los miembros de la pareja, un tema tan maltratado no sólo en las novelas de la plataforma, sino en los comentarios de los propios lectores. Para eso, nuevamente contamos con la ilustre presencia de nuestro residente, el Doctor Felipe Foster.

—Hola, ¿que tal?

—Y nuestra invitada de lujo, la Doctora Susana Méndez.

—Buenas.

—Bueno, ¿ por donde quieren comenzar?

—¿Qué les parece si comenzamos a hablar sobre la atracción? —empieza Méndez.

—Uy, sí. Primero dejemos claro que nosotros somos hijos de la ciencia, por lo tanto, los conceptos que vamos a estar tratando aquí son netamente fácticos. Dejaremos de lado opiniones esotéricas y fantasiosas, y nos dedicaremos a la realidad. Entonces, empecemos por hablar de la atracción como ese cóctel químico que experimenta nuestro cuerpo cuando conocemos a una nueva persona que nos "flecha".

»Empecemos por el principio, por algo llamado Teoría de la correspondencia. Eso simplemente es un mapa mental, un molde de circuitos cerebrales que determinan lo que le hará enamorarse a una persona. Se cree que se desarrolla entre los cinco y ocho años como resultado de asociaciones con miembros de su familia, con amigos, con experiencias y hechos fortuitos.

—Eso sería como un primer estadío. Vemos a una persona y la encajamos en ese mapa. Si funciona, nos gusta, si no, pues no. Pero a medida que crecemos, se van sumando otros factores, por ejemplo, la presencia de las feromonas.

—¿Eso es real?

—Es un tema polémico —acepta la doctora—. Es real y está probado en animales. Pero, no existe un consenso definitivo dentro de la comunidad científica sobre la existencia de feromonas humanas. Aunque, yo creo que sí existen. Eso explicaría por qué una persona que nos cae mal, de pronto comienza a atraernos, o por qué le gustamos a una persona aunque nos ve recién levantados y con las greñas alborotadas.

—Sí, Su. Pero no podemos darlo por hecho aún.

—Somos mamíferos. Que tengamos una inteligencia más desarrollada no implica que perdemos nuestra parte animal —se defiende Méndez.

—Quizás, pero no está aceptado científicamente, y yo soy un científico. Así que prefiero no usarlo de explicación. Lo que sí está demostrado es que cuando nos atrae una persona, el cerebro nada en fenitelamina, que es un neurotransmisor. Su producción puede desencadenarse por eventos tan simples como un intercambio de miradas, un roce o un apretón de manos, sugiriendo además que esta sustancia podría ser la responsable, en gran medida, de las sensaciones y modificaciones fisiológicas que experimentamos cuando ocurre el enamoramiento, tales como vigilia, excitación, taquicardia, enrojecimiento e insomnio.

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