XIII.

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Adam llamó a la puerta cinco minutos después, como él había dicho. 

Se quedó conmigo toda la noche susurrándome palabras de consolación, y se quedó a dormir en el sofá.

—Me quedo aquí esta noche. Por si me necesitas. ¿No te importa?

Recuerdo que le contesté ''por favor... no te vayas''.

Me pasé toda la noche sin dormir, tenía miedo de que aquellas pesadillas volvieran y me hundieran de nuevo. Me dio tiempo a replantearme miles de cuestiones que rondaban por mi cabeza.

Me replanteé incluso qué sentía por Adam. No supe responderme a eso.

A la mañana siguiente, me levanté antes de que sonara el despertador y admiré en el espejo del baño las manchas oscuras bajo mis ojos.

Suspiré.

Me puse unos jeans ajustados, un jersey de lana rojo y unas botas del mismo color. Hacía frío.

Bajé las escaleras despacio, pues aún me sentía adormilada.

—Buenos días, niñata —escuché delante de mí.

Levanté la vista y sonreí al ver a Adam. Su cara se tornó preocupaba en cuanto me vio.

Negué con la cabeza rápidamente, dándole a entender que estaba bien.

—Solo es una mala noche, Adam. Estoy bien —dije mientras me acercaba a la mesa de la cocina, donde se encontraba el desayuno—. Gracias por hacerme el café.

Me miró atentamente y luego se sentó en la silla de al lado.

—No es nada —contestó—, me ha costado un poco encontrar el café y las tazas, pero me las he apañado bien —añadió con una pequeña sonrisa.

Bebí un sorbo y suspiré de puro gusto. Lo necesitaba.

Miré de reojo a Adam y vi que me estaba observando.

Tosí falsamente.

—Y... ¿qué tal has dormido? Siento que tuvieras que hacerlo en el sofá pero no hay habitación de invitados y yo... no... mi cama... con un chico... —expliqué atropelladamente.

Enseguida me sentí estúpida y estaba seguramente de que él me vio de la misma forma.

—He dormido muy bien. Sobre todo porque teniéndote más cerca me quedaba más tranquilo... —susurró esto último.

Levantó su vista de la taza de café y conectó sus ojos con los míos.

Enseguida me perdí en aquel verde mezclado con sentimientos.

Bajé la vista, sonrojada, no pudiendo aguantar más aquella sensación y negándome rotundamente a ella.

No.

Me niego.

—Deberíamos irnos o llegaremos tarde... —le dije sacándole de sus pensamientos e intentando sacarme a mí de los míos.

Asintió.

Dejamos la cocina ordenada y cogimos ambos nuestras mochilas. Adam se trajo la suya la noche anterior.

Sabía que algo iba mal, y con lo tarde que era pensaba que cabía la posibilidad de que me quedara a dormir aquí, así que traje ropa limpia y mis cosas de clase... —me había dicho después, tímido y levemente sonrojado.

Me pareció tremendamente tierno.

Salimos a la calle y vi una moto.

Señalé la gran motocicleta mientras abría la boca para intentar decir algo.

—¿Verdad que es preciosa? Mi gran amor... —dijo con admiración en los ojos.

Rodé los ojos mientras me reía y ambos subimos al aparato.

Sentí miedo al principio, pero cuando comencé a sentir el suave viento en la cara y el frío persiguiéndonos, disfruté.

En eso consiste, ¿no? En dejarse llevar y disfrutar de las pequeñas cosas.

                                                                                    ***

En cuanto llegamos, me bajé deprisa no pudiendo soportar estar tan juntos.

Iba a darle las gracias por lo que había hecho pero no me dio tiempo...

—¡Adam!, te robo a tu novia —gritó Amy cuando apareció corriendo hacia mí y, cogiéndome del brazo, me arrastró con ella.

Miré hacia atrás, Adam nos miraba negando con la cabeza mientras reía.

Le sonreí y sacudí mi mano despidiéndome, a lo que me devolvió el gesto.

Amy me introdujo en el instituto y me llevó por el pasillo hasta donde estaban nuestras taquillas.

—Amy... —susurré cansada de tanto ser arrastrada.

—Ayer me llamó Adam Williams. Me dijo que no le cogías el teléfono— me informó con un deje de enfado en su voz.

 —¿Adam Wil... 

—¡No me puedo creer que ya te hayas olvidado de él! —exclamó—. Adam Williams, ese chico tan mono de la discoteca que te sacó a bailar.

Fruncí el ceño.

A decir verdad, creo que ni siquiera guardé su número.

—No sabía que eras mi madre. No quiero nada con ese Williams, Amy. Sí, bailé con él. Una noche. Punto. Y se acabó.

—Creo que él si quiere algo contigo... —me dijo dudosa.

Negué con la cabeza mientras me masajeaba la sien.

—Pues dile que yo no. No sé, inventa algo, dile que tengo novio, que soy lesbiana o que tengo dos hijos... O espera, quizá también puedas decirle directamente que no me interesa.

—Eres muy cruel, Brook. ¿Es por Adam Johnson, verdad?

Me quedé callada.

—No —suspiré cansada al final.

—No, claro que no, por eso te ves como una niña con zapatos nuevos cuando estás con él —se cruzó de brazos.

—¿Acaso te molesta? Creía que después de verme rota durante años, te alegrarías de ver que él me hace sentir bien... Supongo que me equivoqué —fui bajando el tono y cuando terminé me dí la vuelta para irme.

—Espera, Brook —me dijo arrepentida sujetando mi brazo suavemente.

Me giré y fui asaltada por los brazos de mi mejor amiga, que me sostenía con fuerza susurrándome que tenía razón, que lo sentía y que me quería.

Correspondí al abrazo mientras cerraba los ojos y asumía lo que hace días estaba intentando asumir:

Sentía algo por Adam. Algo que nunca había sentido, y a lo que tenía miedo.

—Yo también te quiero, Amie —susurré en su oído.

Déjame hacerte feliz (ACABADA Y EDITADA)Where stories live. Discover now