XXXVII.

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Actualmente.

—Mamá, aún no nos has dicho cómo se llamaba aquel chico.

Levanto la mirada.

—¿Qué chico...?

—Los ojos del pasado. ¿Cómo se llamaba en realidad?

Sonrío mientras sujeto más fuerte la taza de café entre mis manos bajo la atenta mirada de Kyle.

—Yo le conocí, tenía un nombre muy bonito —dice mi marido mientras entra al salón y se sienta a mi lado—. Y era guapo.

Le doy un codazo en las costillas para que se calle mientras nuestros hijos se ríen.

—No te podía parecer guapo, papá —dice dulcemente Clairy mientras se levanta del suelo y se acerca a nosotros—. Mamá estaba enamorada de él así que no puede caerte bien.

Mi marido ríe mientras coge en brazos a la pequeña y la sienta junto a nosotros.

—Bueno... —lo piensa mientras me mira—, lo que pasa es que siempre hay que decir la verdad, cariño.

Miro a los niños y luego a él y estallo en carcajadas.

Enseguida la casa se llena de risas.

Pasado.

Estaba de pie apoyada en el marco de la puerta mirando como Jack hacía sus maletas.

Él hablaba, pero estaba tan absorta en mis pensamientos que no le escuchaba.

—... así que te traeré un elefante para que te ayude a sacar al pollito del horno, ¿vale?

Asentí distraída.

—¡Brooke! —gritó divertido.

Levanté la cabeza y le miré.

—¿Qué? —pregunté confundida.

Negó con la cabeza con una pequeña sonrisa y volvió a poner atención a su equipaje.

—Te decía que como pensábamos pasar aquí todo el verano y tienes la mayor parte de tus cosas no hará falta enviar demasiado —decía—. Hablaré con Lucy o... bueno, supongo que ya lo has hecho tú, pero le ayudaré a guardar todas tus cosas.

Asentí. Ahora sí le había escuchado.

—Gracias, Jack...

Me lanzó una sonrisa y siguió guardando cosas.

Allí no hacía más que confundirme así que bajé las escaleras encontrándome a mi madre en el sillón.

—¿Quieres un café? —preguntó sin ni siquiera darse la vuelta.

—Sabes que no me gusta el café —contesté sentándome a su lado—, pero aceptaría un té.

Asintió y se fue hacia la cocina.

Ben no estaba y Jack estaba arriba, así que AQUEL momento iba a ser seguramente EL momento.

El momento de hablar de todo lo que estaba pasando, de todo lo que ni yo misma podía digerir tan rápido.

—Aquí tienes —apareció mi madre tendiéndome una taza.

Mi madre era la clase de mujer que tomaba café caliente en invierno, otoño, primavera... y verano.

—Gracias —agradecí mientras le daba un sorbo.

Noté el sofá hundirse junto a mí y luego la mano de mi madre posada en mi pierna, acariciándome cariñosamente.

Déjame hacerte feliz (ACABADA Y EDITADA)Hikayelerin yaşadığı yer. Şimdi keşfedin