XIV.

8K 484 18
                                    

Desde que Adam se quedó conmigo aquella noche, todo cambió un poco más, exactamente como estaba cambiando antes de eso, solo que un poco más rápido.

Quedábamos días alternos para seguir con el trabajo.

Uno de aquellos días, mientras él me dictaba un párrafo de un libro y yo lo copiaba concentrada, se me vino una pregunta fugaz a la cabeza.

—Adam... le interrumpí cuando estaba leyendo otro párrafo para mí—.  ¿Qué pasará cuándo terminemos el trabajo? Míralo, estamos a punto de acabarlo...

Él me miro curioso durante un momento. Pensé que quizá se estaría preguntando mentalmente lo mismo.

—¿A que te refieres?

Él sabia perfectamente a lo que me refería pero le gustaba hacerme aquello.

—A nosotros... Quiero decir. A que... no quiero que te alejes de mi. No quiero mirarte por los pasillos y pensar que fuiste un gran compañero de trabajo y nada más  —susurré.

Él sonrió, y dejó el libro en el escritorio. Me miró y acarició mi mejilla.

—No sé qué has hecho, Brooke Wells, pero no dejaré que te alejes aunque tú lo quieras.

—Yo no lo quiero repliqué rápidamente.

—Lo sé, pero aunque quisieras... no podría.

Después de aquello solo pude bajar la mirada y continuar con el trabajo, más tranquila.

Todo era monótono, pero era una monotonía dulce.

Salía de casa y me encontraba con Ann y Amy de camino.

Ann salía con un chico llamado James y Amie estaba feliz con Alex.

Cuando llegaba a las puertas del instituto, mis amigas entraban y yo esperaba a que Adam se alejara de sus amigos para saludarme.

Me sentaba con él en Ética.

Prácticamente él estaba en mi día a día y hubiera sido extraño si hubiera faltado alguna vez.

Me defendía si alguien se metía conmigo y me había presentado a sus amigos. Cualquiera diría que él siente algo por mí. Pero deja entreverlo, y no dice nada.

Yo definitivamente sí sentía algo por él. Al punto de sentirme bien a su lado, cosa que temía.

—Ehh... despistada, ¿dónde diablos te has quedado? —preguntó riéndose mientras tocaba mi frente con su dedo.

—Oh, hola Brooke, estás radiante hoy, no pasa nada que casi choques contra algo, ¿qué tal has dormido?respondí irónicamente mientras sonreía con burla.

Adam me miraba divertido mientras negaba con la cabeza.

—Estás radiante hoy —susurró borrando su sonrisa.

Bajé mi vista a mi ropa. La verdad es que hoy me había esmerado un poco más en mi atuendo.

Sonreí incómoda intentando soportar su intimidante mirada.

—Vamos, anda —me arrastró mientras volvía a reír.

—Me encanta cuando estás contento, Johnson.

—A mí también —admitió con los ojos brillantes.

Todo iba completamente bien. Tanto que asustaba. Hasta aquella noche días después.

Algo hizo ruido en mi ventana. Lo dejé correr pero oí su voz.

—Vamos niñata, déjame entrar, hace frío —habló desde el otro lado del cristal.

Corrí hacia allí y le deje entrar.

—¿Cómo narices se te ocurre entrar por la ventana? ¡Te podrías haber matado! —exclamé.

Se acercó a mí.

—Pero estoy aquí, no me he matado —susurró en mi oído—. De todas formas gracias por preocuparte por mí —terminó mientras daba un suave beso en mi mejilla.

Me sonrojé enseguida e intenté ocultarlo dándome la vuelta y dirigiéndome hacia la cama.

—¿Qué haces aquí? —pregunté curiosa.

Adam repasaba mi habitación con la mirada aunque él ya hubiera estado aquí antes.

—Mi madre se ha ido hoy por tres días. Trabajo.

—Oh vaya, cómo entiendo eso. Mi madre viene mañana.

Se giró hacia mí y puso cara de cachorro.

—¿Puedo... dormir aquí, en tu casa? —susurró.

Abrí los ojos desmesuradamente y él se acercó hacia mí a paso rápido para aclarar las cosas.

—Yo... llevo mal lo de dormir solo en casa. Antes no tenía a nadie de confianza para poder pedir algo así pero... ahora estás tú.

Lo medité. Era mi amigo y me necesitaba. Y, de todas formas, no iba a pasar nada, dormiríamos en lugares distintos.

—Está bien. Puedes ir al sofá.

—Cómo te adoro. Gracias —dijo mientras me daba un beso en la mejilla y se dirigía a la puerta.

—Buenas noches, imbécil.

—Buenas noches, niñata.

Cerró un poco mi puerta y enseguida me dejé caer en los brazos del sueño.

***

—Noooo. No, papá, Brooke, por favor, no me dejéis —escuché que gritaba desde abajo.

Me desperté de golpe asustada por el terror de la voz que venía de abajo.

Me senté y miré el reloj, aún era de madrugada.

—Por favor —sentí que lloraba y corrí escaleras abajo.

Me senté en el sillón al lado de Adam.

Tenía la cara llena de lágrimas y sollozaba.

Le toqué el hombro.

—Vamos, despierta. Adam, despierta —le zarandeé fuertemente, no soportando aquello.

Adam abrió sus ojos de golpe, y pude ver una mezcla de sentimientos tales como el odio, el miedo y el dolor. Y entonces quise llorar con él.

—Niñata... Brooke... Estás aquí —me abrazó tomándome por sorpresa.

Toqué suavemente su espalda con mi mano y le acaricié mientras él intentaba tranquilizarse, apoyado en mi hombro con su nariz enterrada en mi pelo.

—Espero que no estés dejando mocos en mi pelo susurré divertida intentando que se riera.

Lo conseguí un poco.

—Vamos —tomé la mano de Adam y le llevé a mi habitación, a mi cama.

Nos tumbamos y miramos al techo durante un rato.

—Yo... —empezó a hablar.

—Shhhle callé—. Todo está bien. No tienes que hablar ahora, solo duerme. Estaré para alejar los demonios si otra pesadilla te ahoga —susurré mirándole.

Giró su cara hacia mí y me miró a los ojos. Luego bajó la mirada a mis labios y luego volvió a mis ojos otra vez; cerró fuertemente los suyos y me acercó a él más aún.

—No sé qué haría sin ti... —susurró en mi pelo.

—Lo mismo que hacías antes de conocerme.

—Respecto a eso... no sé cómo he podido vivir antes de ti.

—Exagerado —reí suavemente.

Noté como su respiración se iba acompasando, haciéndose más suave y dulce...

Intenté zafarme de su agarre, que me mantenía demasiado cerca de él, pero no pude.

Me rendí y dormí.

Al igual que él, no tuve ninguna pesadilla el resto de la noche.

Déjame hacerte feliz (ACABADA Y EDITADA)Where stories live. Discover now