UNO.

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 Kim SeokJin y Lee Jaehwan se conocieron a los siete años, desde ese día se volvieron inseparables, un gran punto a su favor era que eran vecinos así que sin problemas podían verse para jugar y pasar gran parte del día juntos. Sus familias se volvieron muy cercanas cuando la familia Kim se mudó a Seúl, Jaehwan nunca olvidaría aquel momento en que él, desde su ventana vió a ese niño castaño de hombros pronunciados y labios bonitos cargar una caja y meterla a la casa de en frente.

Jaehwan rápidamente salió de su casa y muy curioso se acercó a donde se encontraba el camión de mudanza y a pesar de que se quedó escondido detrás de este, más tarde corrió a decirle a su madre que tenían nuevos vecinos, así que la señora Lee horneó una bonita tarta de frutas y la llevaron juntos a la casa de los Kim.

Ambos se llevaron muy bien desde el principio, se veían todas las tardes para jugar, Jin se integró a la clase de Jaehwan, de tal manera que su amistad se fortaleció.

Fue en el bachillerato cuando comenzaron a salir, cuando se dieron su primer beso, cuando tuvieron su primera vez juntos y años más tarde, después de una sólida relación decidieron casarse y por lo tanto vivir juntos.

Al poco tiempo y después de algunos trámites, Taehyung y Jimin llegaron a sus vidas, esos dos pequeños que les robaron el corazón ahora serían parte de la familia.

En un principio todo iba bien, pero toda esa felicidad y estabilidad se terminó cuando Jaehwan comenzó a ausentarse por el trabajo, Taehyung tenía apenas cuatro años y Jimin tres, el mayor preguntaba mucho por su padre cuando él salía y tardaba semanas en regresar y cuando regresaba los ignoraba encerrandose en el estudio a trabajar.

Un día por la mañana extrañamente todos se reunieron para desayunar, Jaehwan terminaba de revisar unos documentos mientras que Jin terminaba de servir el desayuno.

—Jimin ¿Ya le contaste a papi que estás aprendiendo a tomar en vaso? —sonrió.

—¡Yo tambíen estoy aprendiendo papi! —contestó Taehyung.

Los niños se ganaron un simple asentimiento por parte de su padre que se encontraba inmerso en sus documentos, Jin soltó un leve bufido y terminó de cortar el hot cake de Jimin.

El pequeño estiró su manita para tomar su vaso con leche pero falló y el líquido terminó regándose por toda la mesa arruinando los papeles importantes de Jaehwan. El adulto le dió una mirada de odio al pequeño y se levantó rápidamente, Jin al percatarse de ello fue por un paño para limpiar el traje de su esposo recibiendo un manotazo a cambio.

—¡Ese niño es un idiota! —dijo enfurecido— ¡Acabas de arruinar mis documentos! —se acercó y tomó el brazo del pequeño y lo movió bruscamente.

Jimin al sentir aquello rompió en llanto.

—Cariño, déjalo —suplicó— Le estás haciendo daño y él no tiene la culpa.

Jaehwan soltó a Jimin, Taehyung se acercó y sacó a su hermanito rápidamente del comedor llevandoselo al jardín.

—Claro, ese niño tonto no tiene la culpa pero tú sí —tomó a Jin bruscamente del brazo y ambos subieron a su habitación— ¡Pero es que esos niños y tú me tienen harto!

Jin trató de soltarse pero el agarre de su esposo era muy fuerte que comenzaba a sacarle lágrimas.

—M-Me estás haciendo da-daño —se quejó.

Jaehwan lo soltó provocando que Jin cayera sobre la cama.

—Voy a largarme al madito trabajo sólo para no ver sus horrendas caras —caminó molesto hacia el clóset, se cambió y salió hecho una furia de la habitación.

Lo último que Jin escuchó fue el portazo de la puerta principal antes de llorar desconsoladamente, callando sus sollozos con su almohada. Cuando se sintió un poco mejor lavó su cara y bajó a donde estaban los niños, los llevó de nuevo al comedor donde desayunaron los tres.

Así fue como pasaron tres meses de peleas, peleas por cosas que en realidad no valían la pena pero que Jaehwan tomaba muy a pecho.

En una de esas peleas Jin escuchó lo que más temía, ahí se cuestionó la clase de persona con la que estaba casado y trató de buscar en sus recuerdos cuando había sido el momento en el que su marido se había convertido en lo que era ahora, un hombre que no veía más allá de sus propios intereses y su trabajo, un hombre que había dejado de lado a su familia sólo por conseguir un ascenso en la empresa donde trabajaba.

—Se terminó, estoy harto —suspiró.

Ua vez mas tenía problemas con su esposo, de nuevo por una cosa insignificante.

Pero es que cuando las parejas ya no se aman, hasta las cosas que cualquiera vería como insignificantes son motivo de discusión.

—Mi amor por favor, piensa las cosas —suplicó.

—No hay nada que pensar SeokJin, me das asco, no me gustas y ya no te amo —le dio una mirada que SeokJin interpretó como una puñalada directa en su pecho— Los niños me fastidian, ¡Maldita la hora en que los sacamos de ese centro de adopción!

Se escuchó un golpe seco en la habitación, después un breve silencio que pareció eterno.

—No hables así de nuestros hijos —escupió con coraje— ¿Te vas a ir? —lo retó— Entonces lárgate ahora mismo.

Jin tomó las cosas de su esposo y comenzó a lanzarlas por la ventana que daba hacía la calle, con cada pertenencia del hombre al que alguna vez amó se fue deshaciendo de cada uno de sus sentimientos.

Le dolía hasta los huesos el saber que su marido pensaba así de él, era su más grande adoración al igual que sus hijos y el escucharlo decir tales cosas provocó que se cayera esa venda que tuvo tantos años en los ojos.

—Comenzaré los trámites del divorcio cuanto antes —sentenció.

—Hazlo, no quiero tener nada más que ver contigo —le dio una mirada llena de furia y lágrimas— Lárgate.

Ambos bajaron las escaleras de la casa, sus dos hijos llegaron corriendo a detener a su padre.

—Papi ¿A dónde vas? —dijo el mayor de los niños.
—Papi tiene que irse, sera un viaje muy largo —Jin habló y para su fortuna su voz no se escuchó rota.
—¡Papi no te vayas! —sollozó el menor.
—Déjalo Chim —el mayor de los pequeños abrazó a su hermano y lo alejó de su padre— Él no nos quiere y nunca nos quiso.

El hombre sintió su mundo caer al piso, creía que sus hijos no eran tan astutos como para notar su repentino rechazo hacia ellos. Suspiró y salió de la casa mientras escuchaba a su hijo menor gritar que no se fuera.

—Desde ahora yo voy a cuidar de ti y de papá —mostró su peculiar sonrisa— No tienen que temer.

El resto del día paso con algo de tranquilidad, Jin lloró una vez más callando sus sollozos contra su almohada como lo había hecho los meses anteriores, volvió a lavarse la cara cuando se sintió un poco menos sofocado y bajó encontrandose a sus hijos en el jardín jugando con su cachorro y él los miró por la ventana.

Sin duda Jin no podía venirse abajo, tenía que ser fuerte por sus hijos, Jimin y Taehyung lo necesitaban mucho, él tenía un buen trabajo y estaba seguro de que a sus pequeños no les faltaría nada.












He regresado amikos :v

Espero lean esto, no he escrito mucho pero weno UwU

Saranjé. 

¡Papi, sonríe! |NamJin|Место, где живут истории. Откройте их для себя