❇ prólogo❇

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En esa casa, en la que al parecía no haber nadie, en la última habitación. Gemidos y jadeos se escuchaban, al igual que el rechinar de una cama.

-E-error~ más~.- la chica se aferraba al moreno, en cambio este, seguía en lo que estaba.

No tardó mucho para que ambos llegarán al orgasmo, claro estaba en que usaron protección, Error se tumbó en su cama, alado de aquella chica albina.

-Bien, lárgate y ya no me busques.- le dijo el moreno jadeando mientras le daba la espalda.

-¿... qué?.- la joven se levantó incrédula, cubriéndose con una sábana.

-lo que has oído, maldita sea, largo de mi casa y no me busques, ambos acordamos en que esto sería un adiós.- Error se levantó, se puso solamente su ropa interior, recogió la ropa de la chica y se la entrego.- voy por la para beber, para cuando vuelva te quiero vestida. Te largas.

Y así, Error salió de su habitación para bajar a la cocina. No tardo mucho en escuchar pasos que bajaban.

Cuando salió de la cocina, y sin dirigirle la mirada a la chica, abrió la puerta principal.

-Largo.- dijo sin más, la jovencita solo se acercó a la puerta.

-Error yo-.- no pudo terminar, Error la había sacado a la fuerza y cerrado la puerta en su cara.

Cuando por fin estuvo la casa sola para él, se tumbó en el sofá.

Algo en el andaba mal, se sentía incompleto.

Decidió ignorarlo y encendido su música, "pacify her" comenzó a sonar, odiaba a Killer por haberlo vuelto adicto a esta música.

Suspiro pesadamente, ¿qué es lo que le hacía falta?

Ya había terminado su preparatoria, al igual que la universidad. Tenía un empleo "grandioso", a las chicas las traía comiendo de la palma de su mano. Entonces, ¿qué le pasaba?

Dejó la lata de cerveza a lado, pero un sonido le saco de sus pensamientos, algo cayó al suelo.

Al observar que era, su mente se llenó de recuerdos, ¿qué habrá sido de aquel joven albino?

Tomo el colgante que le había regalado en el baile escolar y lo observo con detenimiento, cómo si fuera la cosa más interesante del mundo.

Pronto comenzó a sonar "superhéroe", recordó que esa era la canción favorita de aquel chico albino.

Recordó como la cantaba, cómo baila al ritmo de la canción. Cómo sonreía con solo mirar sus ojos.

Definitivamente, ese fue su gran error, había alejado a quién de verdad llego a amar.


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