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Seungmin suspiró frustrado y talló su rostro con ambas manos.

No lograba hacer que su voz sonara bien, y eso le hacía sentir una opresión en el pecho, no le quedaban muchos días antes del pequeño show.

No quería decepcionar a nadie nuevamente. Mucho menos sabiendo que esa persona estaría presente.

Su vista se nubló, dándose cuenta de que en algún momento había comenzado a soltar lágrimas de impotencia. Agradecía que la escuela estuviera casi vacía, así se sentía capaz de soltar todo lo que tenía atascado dentro de su ser. Lloró, prefería hacerlo ahora que estaba solo en el aula, porque cuando Jisung y Felix llegaran de la cafetería comenzarían a interrogarlo con preocupación. No quería emitir sonido alguno porque el aula de música hacía mucho eco, así que ahogo sus sollozos.

Recargó su espalda en la pared y se dejó caer lentamente abrazando sus rodillas. No entendía por qué le costaba demasiado hacerlo bien. Tal vez era el hecho de que no cantaba frente a nadie desde primaria.

El trauma había sido tan grande para él que no quiso regresar nunca más al colegio; por ende, sus padres decidieron que cambiarlo sería la mejor opción para ayudarlo a superar aquel pequeño mal momento que pasó. Muchos habían criticado el actuar de sus padres, llamándolos exagerados, diciéndoles que únicamente había sido una mala experiencia que no tenía tanta importancia. Pero sus padres sabían que era más que una mala experiencia.

Estaba seguro de que, si hubiese continuado estudiando ahí, habría desarrollado una muy fuerte ansiedad social.

Sus ojos se cerraron con lentitud y su rostro se enterró en el hueco que había entre sus rodillas y sus brazos.

Comenzó a reír con amargura, burlándose de sí mismo. De sus miedos, sus inseguridades, sus fracasos, el poco valor que tenía, también se burlaba del hecho de que había comenzado a depender de la aprobación de las demás personas en algún punto de su vida. Intentaba mantener el papel de adolescente perfecto que no tiene ningún tipo de preocupación en la vida aparte de estudiar y hacer amigos, pero no era así, él nunca fue así. Sus amigos lo sabían y buscaban la forma de lidiar con ello la mayoría del tiempo, por eso los amaba.

Pero había veces en las que se rompía. Y ahora parecían ser más frecuentes que antes. Agradecía que la mayoría de las veces estaba en la soledad de su habitación, donde nadie podía cuestionarle nada. Solo eran él y su almohada, su fiel confidente; ella no le cuestionaba ni una sola cosa, estúpido ¿no? Para Seungmin no lo era. Aquel objeto inanimado le había acompañado más tiempo del que podía recordar, escuchaba atentamente todos sus temores y callaba, no le juzgaba.

Aunque a veces era bueno el apoyo y consuelo de alguna persona cercana.

Seungmin se congeló en su lugar. La puerta se había cerrado.

Pero... la puerta no estaba abierta, Jisung se había despedido de él con un portazo accidental. Era imposible que después de él horrible sonido que había hecho esta se hubiera quedado abierta.

Levantó la vista hacia la puerta y no observó nada fuera de lugar, Jisung y Felix aún no regresaban y continuaba solo. Le habría restado importancia de no ser porque vio una hoja de cuaderno colocada sobre su mochila -qué estaba al lado de la puerta-.

Con extrañeza se levantó y dando pasos lentos se fue acercando a la mochila para tomar la hoja.

Sus ojos nuevamente se llenaron de lágrimas.

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¡hey, chico bonito!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora