Mi pequeño lobito

1.9K 189 9
                                    

NARRA AMARIS.

Empiezo a sentir como mi respiración aumenta, ahora suelto profundos suspiros. Intento escuchar algo. Todo está silencioso.

Me cuesta un poco de trabajo abrir los ojos, los siento pegajosos, como cuando me acostaba llorando y al día siguiente tenía los ojos con una especie de pus. Asqueroso.

Me paso los dedos por los ojos intentando sacar cualquier suciedad que tenga en ellos.

¿Por que estoy en una habitación de hospital?

Me levanto mágicamente sintiendome intacta, no siento dolor ni incomodidad.

Bajo la mirada autoevaluandome encontrandome exactamente como pensé. La misma ropa que tenía antes de que los originales me llevarán cautiva, ahora no tenía el abrigo y el polo que llevaba dentro estaba teñido de rojo.

Pase la mano una vez par a darme cuenta que tenía una maraña de pelo.

¿Cuanto tiempo estuve aquí?

Empecé a quitarme el suero que tenía. Como si un suero fuera a sanarme. A mi.

Empecé a mirar alrededor para darme de cuenta de que efectivamente estoy en un cuarto de hospital.

Podría pensar que los originales me lanzaron por un barranco y un humano me recogió y pensó que trayendome a un hospital mejoraría. Tendría que buscar a quien sea que me atendió para hipnotizarlo y hacer que olvide lo que sea que vio en un híbrido extraño.

La puerta estaba a tres metros de mi. Tan sólo camine dos cuando está se abrió.

Jade cerró la puerta detrás de el con una serenidad sorprendente.

Me quedé estática. A diferencia de el reencuentro anterior en la cual quería decirte todo lo que tenía dentro, ahora tenía la mente en blanco, nada parecía querer salir de mi boca. La abrir varias veces y no pude decir nada.

Jade estaba ahí, mirándome con la manos en los bolsillos sin ninguna emoción. Esperando a que diga algo.

Si mis cuerdas vocales no pensaban responderme, no importa.

Corrí a velocidad humana hasta el. No importaba si me correspondía o si me alejaría de el, yo necesitaba hacerlo. Era consciente de que había empezado a llorar apenas el entró. Probablemente me veía más infantil que el ya que el estaba en neutro.

Sentir su aroma, muy partícular era perfecto. Siempre lo relacione con la sandía, no sabía si era relacionado a mi gusto por la fruta o simplemente ese era su aroma. Zhoemi por otra parte tenía el olor igual pero más suave, mas imperceptible. Sabía de alguna forma aunque nunca me hizo pensar que Jade iba a ser más fuerte que ella.

A pesar de que ambos eran de personalidades distintas tenían las mismas posibilidades de congéniar con personas.

Zhoemi era en exceso tímida y Jade tenía el ego tan alto que pensaba que nadie estaba a su altura.  Zhoemi era amable y Jade tenía un buen sentido del humor, cuando alguien le agradaba.

Tuve que pararme de puntitas para alcanzar el cuello de Jade y enredar mis brazos en el. Segundos después sentí la calidez de sus brazos. Hundió su cabeza en mi pecho y me presionó fuertemente. No me explique cómo es que el siendo tan alto se las arregló para parecer a mi pequeño Jade, aquel que decía que odiaba los abrazos pero nunca rechazaba uno. Jade era un niño muy cariñoso, pero siempre intentaba aparentar a un chico rudo y fuerte.

—Mamá... —empecé a sentir vergüenza por mojar con mis lagrimas su cabello, a pesar de eso una sonrisa se plantó en mis labios —Volviste.

Había escuchado antes su voz, ronca y siempre gruñendo. La voz de ahora a pesar de haber cambiado era la que yo escuchaba cuando el era pequeño.

—Jade...

Wake upDonde viven las historias. Descúbrelo ahora