ACEPTO

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NARRA AMARIS

El aire se atasca en mis pulmones y luchó por seguir respirando. Los oídos me pitan y la cabeza me explota.

Once años.

Las brujas empiezan a susurrarse cosas, las escuchó a todas, están diciéndose todo y nada. ¿Por que están susurrando?

—Alguien viene.

Una chica de cabello castaño entra con el aliento agitado, corriendo y todas las brujas empiezan a moverse.

—Tendrás que digerir la noticia en el camino.

Antes de poder responder o pensar en una forma de escapar siento el cuerpo adolmecido, cansado. No puedo moverme.

—Sólo es por precaución. Es mejor que sigas muerta para todos por ahora. Llevartela.

Un hombre me cubre con una manta todo el cuerpo y me carga. Puedo escuchar y ver como apagan las velas y destrozan el lugar las brujas que me tenían cautiva, y como poco a poco estoy más lejos de ellas. En cuestión de segundos lo único que veo es el cielo, siento el trotar de personas, muchas. Es extraño, todos mis sentidos funcionan pero ninguno me responde. Necesito sangre.

Puedo oler la sangre de las personas, humanos, muchos humanos y muy cerca.

Mi cuerpo se estremece cuando dejamos de movernos y soy recostada en un lugar duro. Al ver mejor el ambiente descubro que estoy en una habitación. Se escuchan los pasos alejándose y culminan con un portazo.

Minutos después empiezo a recuperar el movimiento de mis manos.

—Te traje algo.

Alguien deja una bolsa de sangre cerca de la puerta y se va.

Media hora después soy capaz de tomar la bolsa de sangre.

La habitación también tiene un campo de fuerza. Ni siquiera puedo asomarme a la puerta o la ventana. Parece un lugar hecho para mi. Parece que todo esto estaba planeado.

Me siento en la cama logrando que se levante polvo de esta y pongo en funcionamiento mi memoria.

—¡Zhoemi!, abre la puerta.

Escuche el grito de Jade muy autoritario. Segundos después pude escuchar los pasitos tímidos de Zhoemi quien como siempre. Le hacía caso a su hermano.

Sonreí por eso. En teoría Zhoemi era mayor por dos minutos. Pero su carácter, su timidez y su bondad siempre la hacían ver y ser sumisa, tranquila. Ella era luz.

Me sentía cansada, muy cansada. Después de pelear con las brujas me sentía tan débil como nunca antes lo hice. No esperaba quedar intacta, pero al absorber sus poderes no pensé que iba a quedar tan cansada. Aún tenía que averiguar la razón de su ataque y como es que me localizaron. Tenía que mudarme antes de que más personas nos encontrasen. Con la ayuda de Alan podría poner a salvo más deprisa a mis hijos.

—¿Quien es usted?

Quise pararme al escuchar la voz de Zhoemi, su voz temblaba. Era extraño que ella le hable a desconocidos. Lo bueno era que nunca nadie nos visitaba, excepto ese día. Pensé que quien toco la puerta fue Alan e incluso me reí al pensar que olvido sus llaves, pero, el nunca las olvidaba.

—Niklaus.

Mis sentidos empezaron a fallarme y cuando quise levantarme de la cama ya estaba perdiendo la vista. Mis ojos estaban cerrándose.

— Tenemos que irnos. Están cerca.

Reconoci la voz de Niklaus junto con su aroma. El suyo y el de Elijah.

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