NOCHE DE CORAZONADAS.

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NARRA AMARIS.

—¿Que? No te entiendo.

—He estado escuchando su voz en mi cabeza, creo que empezó en Mystic Falls. Y terminó cuando regrese.

—¿Que es lo que te dijo? —indague en mi memoria intentando recordar muy específicamente todo lo que me dijo.

Caí en cuenta que no era algo realmente importante. Sólo eran burlas, pequeñas frases que daban a entender que ella estaba ganando.

—Sólo estaba jugando, no es de importancia.

El sonido de la puerta sonando hizo que tanto Freya como yo mirasemos hacia ella. Elijah venía entrando junto con un hombre de piel oscura delgado, olía a brujo. Detrás de el segundos después apenas entraron todos como un desfile. Faltaba Kol.

Antes de preguntar el brujo hablo.

—Qué alguien vaya en busca de Davina, algo me dice que vamos a necesitarla —me pareció muy extraño que lo dijera mirándome. Elijah respondió.

—Amaris. Kol está con ella. ¿Podrías traerlos a ambos?

No era pregunta, y tenía una corazonada ¿Por que no querían que yo este aquí? No me importó. Además necesitaba aire, así que asenti. Sólo necesite saber que estaban en el cementerio y me guiaria por el olor de original de Kol.

Las calles estaban vacías, vacías de seres sobrenaturales. Habían muchos humanos visitando el lugar turístico, pero casi ninguna bruja estaba en el lugar. Un mal presentimiento se posó en mi pecho. Me apresure a llegar al cementerio con la capucha cubriendo rostro, cuando estuve en la puerta un campo me impidió entrar. Al parecer alguien se había olvidado de ese pequeño detallito.

Había escuchado que al igual que con las casas ajenas, lo cementerios también estaban prohibidos para los vampiros. Pero justo en este momento no lo pensé tan detalladamente. A decir verdad, ni lo pensé un poco.

Puse una mano sobre la rendija, un escozor se sintió por todo mi cuerpo. Estaba bañada en verbena también.

—¡Kol! —intente gritar su nombre varias veces. Era obvio que me iba a escuchar —¡Kol!

Pero no salía, el estaba adentro, eso era demasiado obvio hasta para mi. Sólo debí esperar unos instantes.

Gire sobre mis talones y empecé a caminar de ida y de vuelta, el clima aquí fuera están incluso más frío. Era claro que no tenía nada que ver con el cambio de estación.

Un grito me saco de balance, tuve que detener mis pasos para poder escuchar mejor. El grito volvió esta vez con más fuerza, era un grito masculino, de una voz grave y se oía como alguien que estaba siendo torturado. En cualquier caso no me hubiese importado en lo absoluto, pero es voz se me hacía raramente conocida. Podía buscar en mis recuerdos y comparar todas las voces de hombres que recordaba, pero estaba segura que hasta que encontrase al dueño la persona estaría muerta.

Empecé a caminar guiada por el sonido de sus gritos, sólo tuve que rodear el cementerio. Los gritos venían de adentro, susurros de brujas se escuchaban juntos con los ya insoportables gritos de aquel pobre hombre. Me reconfortaba saber que no era la voz de Kol.

El muro que rodeaba al cementerio era lo único que me impedía ver al dueño de los gritos, tenía que ser muy cuidadosa con dejarme ver con las brujas. Si ellas me veían probablemente mis gritos acompañarian los de aquel hombre.Y tenían poco tiempo para entrar en juegos raros de mujeres locas.

Salte impulsandome débilmente, sólo necesitaba asomar la cabeza. Me suerte por los bordes del concreto y subí ligeramente la cabeza.

Seis brujas se encontraban ahí, solos dos estaban torturando a aquel hombre, una fogata me impedía verle el rostro. Pero podía ver mucha sangre alrededor de el. Eso tenía pinta de que estaba siendo torturado por largos días.

Las brujas se reían entre ellas. Era obvio que sólo lo hacían por diversión, y todas eran jovenes, cuando una de ellas se acercó al hombre y estiró la mano hacia el el comenzó a gritar más fuerte aún mientras su cuerpo sufría un espasmo. Las brujas rieron con más fuerza. Y yo no podía ver el rostro de aquel hombre. Entonces cerré los ojos y me concentre en su aroma.

Lo primero que capte fue el fuerte olor a brujas y era lógico, habían seis brujas ahí dentro, después fuego, y luego el olor a vampiro me invadió las fosas nasales. Pero eso no fue lo que me dejó sin aliento, no. Yo reconocía ese aroma perfectamente.

Y era imposible.

Un nuevo grito me saco del aturdimiento y me obligó a soltar el aire retenido en mis pulmones. Esta vez el grito me rompió el corazón.

—¡No!

Las brujas giraron la cabeza en mi dirección. Dejaron de reír por breves segundos y después felices de que viera la tortura continuaron. Salte hacia el suelo, me pase la mano por la cabeza quitando la capucha ¿Que hago?

Tome un impulso de dos pasos hacia atrás y después de impulse hacia el muro, este cayó por delante mío hacia el cementerio. Las brujas nuevamente me miraron intentando cruzar el campo de fuerza y rieron cuando no pude hacerlo. Empecé a desesperarme.

—¡Basta!¡Dejenlo en paz!

—¿O si no que? —una de ellas hablo con ímpetu, valiente —Está es tierra Santa, los chupasangre no pueden entrar aquí.

En un acto estúpido levanto la mano hacia su víctima y este voló hasta golpear una tumba. Ya no grito, pequeños gemidos salían de sus labios.

—Vas a arrepentirte si no lo dejas en paz bruja.

Una de ellas dejó de sonreír, mis ojos se habían vuelto amarillos y obligue a mis garras a crecer.

Poco a poco, empezaron a asustarse.

—Eres un...

—Híbrido.

Terminó la oración la otra bruja. No retrocedieron ni empezaron a correr y es que se sentían seguras dentro del cementerio.

—La última descendiente del clan de los hijos de la luna.

Después de tantos años empecé a saber cuán fuerte podía llegar a ser. Era inmune a los ataques de las brujas y eso ellas también lo sabían. No podrían dañarme.

Algo cambio. Una corazonada me dijo que vuelva a intentar ingresar al cementerio. Y así lo hice. El campo de fuerza desapareció. Kol y Davina aparecieron. Las brujas empezaron a correr llenas de miedo.

Fui primero por la que mando a volar a la víctima de sus torturas. Le desgarre el rostro, cuando intente ir tras la segunda Kol y Davina aparecieron.

—¡No! Son sólo niñas, no puedes matarlas.

Si, eran niñas. Y sin embargo, eran niñas muy maquiavélicas.

Las deje escapar y fui hacia el cuerpo agonizante de aquel hombre, lo gire hacia par poder ver su rostro.

Estaba lleno de sangre y con heridas abiertas por todo su cuerpo aún botando sangre. Una pequeña lágrima cayó por mi mejilla.

—¿Que te hicieron?

—¿Quien es? —Kol se arrodilló en frente mío revisando el cuerpos tocarlo y sin ensuciarse. Ya ya estaba llena de tierra y sangre y no me importaba. Cuando quise responderle el cuerpo que tenía delante mío a retórico de dolor y abrió los ojos brevemente.

—Amaris... —intento decir algo más, pero entendí que estaba demasiado débil para hablar.

—Tranquilo, estoy aquí, tranquilo —envolvió mis manos en las suyas y mire a Davina —¿Puedes hacer algo?¿Que deje de dolerle?

Ella negó.

—No, no tengo los materiales necesarios, lo siento. Puedo sumirlo en un sueño, así dejará de sentir dolor.

—Hazlo.

Ella soltó un par de palabras y su cuerpo dejó de estar en tensión. Dejó de sentir dolor. Me levanté y pase su mano por encima de mis hombros. Kol muy a su pesar hizo lo mismo con el otro lado de su cuerpo ayudándome.

—Te pondrás bien Alan...

Luego corrimos hasta la casa en donde ya todos se encontraban, incluida Zhoemi. Incluido Niklaus...






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