Capitulo 24

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N __________

Los profesionales se agruparon alrededor del joven chico poco después de que llegáramos al hospital, lo examinaron en la puerta y decidieron llevarlo rápidamente a la sala de emergencias. No pude seguirles el paso porque me encontraba agitada, entumecida y con un dolor que me atascaba. Pero, en el poco tiempo que camine detrás de ellos pude oír que su condición era muy crítica.

Mientras intentaba equilibrar mi cuerpo y recuperar el aliento, un sujeto de bata blanca se aproximó a mí y empezó a hacerme pregunta tras pregunta tratando de averiguar la causa del estado del chico que acababa de entrar a cirugía y sobre cuál era mi relación con él, no pude responder. Empecé a sentirme mareada y sofocada, no solo por la presión y conmoción que ya cargaba encima, sino por el olor de los medicamentos, la presencia de materiales quirúrgicos, la cantidad de enfermeros y doctores corriendo de un lado a otro, la cantidad de personas enfermas, lesionadas y heridas esperando ser atendidas, familias desmoronadas y desesperadas. Todos amontonados en un solo sitio, era un caos. Intente guardar mis emociones, pero llegue a un punto en el cual no pude soportar un solo segundo más. Abandone la instalación entre torpes tropiezos dejando atrás al estudiante de medicina que se había encargado del traslado desde el edificio hasta el hospital.

Una vez fuera, aun contra el clima a mi favor me acurruque detrás de una columna donde permanecí durante un largo rato tratando de sosegar los espasmos, de controlar mi frecuencia cardiaca y de mantener la mente fría. Pero había algo más, algo desconocido estaba atacándome, estaba arrasando conmigo... como una sensación que no sabría cómo describirla, que comenzó cuando el chico herido me estrecho contra su tembloroso cuerpo y dijo todas esas palabras llenas de tristeza y dolor, que de alguna manera agarrotó mi cuerpo de forma que no explico.

¿Ya han pasado 45 minutos? No lo sé, no tengo noción de cuánto tiempo ya ha transcurrido, y no hay noticias acerca de la situación del chico. Young Bin, el estudiante de medicina, dijo que me daría a conocer cualquier noticia apenas supiera algo y que mientras tanto me mantuviera en un lugar menos concentrado, seguro notando mi malestar.

Ahora me encuentro en un sector que no está muy repleto, al menos es mucho más calmado, la cafetería. No he pedido nada más que agua. Ni siquiera tuve tiempo de coger algo de dinero, y por cierto... ¿Quién pagará la cuenta del hospital? Aunque eso sea lo de menos en este momento, me preocupa. Sé que la vida es lo primordial, pero luego de leer durante dos meses en los periódicos las decenas de conflictos, las demandas y contrademandas con respecto a los hospitales privados y los cientos de casos que se dan por situaciones económicas, negligencia médica, y otras cosas que mencionarlas solo aumentan mi presión arterial, tengo suficientes razones para preocuparme por ello.

¿Debería llamar a Yoongi?

Probablemente se moleste, o ni siquiera conteste las llamadas. Últimamente solo le he ocasionado problema tras problemas y antes de marcharse me dejo muy en claro que tenía asuntos más importantes que atender, pero si le explicara la situación quizá accedería en ayudar. O ¿Sera mejor marcar al doctor Kim? ¿Traje siquiera mi móvil?

—Aquí estas. — Habla Young Bin tomándome por sorpresa, el castaño toma asiento en frente de mí. —No quise asustarte. Lo siento. ¿Tienes frio?

— No, no importa. ¿Cómo esta él? ¿Qué dijeron los médicos? ¿Cuál es su situación?

—Tranquila. Él está ahora fuera de peligro. Se encuentra sedado y le inyectaron un relajante muscular. Sus signos vitales aún son débiles pero se repondrá. — Siento gran aplacamiento, como si me hubieran quitado una gran roca de encima. Después de casi una hora puedo por fin llenar completamente mis pulmones. —Despreocúpate, estará bien. Ahora el problema es tratar de identificarlo para poder contactar a su familia.

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