Capítulo 5

1.9K 169 0
                                    

Tu mejilla dolía demasiado, y tu vista se había vuelto nublada, sentías la mitad de tu cara se dormía. Un líquido llegó hasta tus labios, tu lengua lo saboreó y te impactaste: era sangre.

Trataste de safarte, pero quien sea que te agarraba, era muy fuerte. No podías moverte.

- Te atreviste a golpearme a mi, ¿y ahora quien es el débil aquí? - dijo cerca de tu oído. Reconociste la voz en un segundo: era Cormac.

- Suéltame, por favor. - dijiste débilmente. Te dolía el golpe y su agarre.

- Por supuesto que no, ahora serás tú la que se perderá. - dijo tomandote la cara. Tus lágrimas comenzaban a asomarse, pero no dejarías que Cormac las viera.

- ¿Qué? - dijiste sin entender lo que había dicho.

- Ya verás. - dijo bajando su mano hasta tu cintura por dentro de tu campera.

Comenzó a acariciarte, subiendo hasta tus pechos, y bajando hasta tus caderas. De pronto, su mano se metió dentro de tu remera, tenía la mano caliente y aspera. Comenzó tocando tu cintura, como si su mano fuera su boca, parecía saborear tu cuerpo.

Sentiste una sensación de asco recorrer por todo tu cuerpo. Sólo podías sentir el tacto de Cormac y no hacías nada para moverte, simplemente no podías. El dolor cesaba poco a poco.

Cormac comenzó a besarte, pero tú no lo seguías o corrías la cara. No querías que te besara. Pareció enojarse, porque con una mano sujetaba tu cara, y con la otra acariciaba tu cuerpo. Cómo podías tratabas de safarte, pero nada daba resultado.

- No te saldrás con la tuya esta vez, nena. - dijo cerca de tu oído.

Mientras te besaba, su mano llegaba hasta tus pechos y querían acariciarlos, pero no lo permitiste, pudiste moverte hasta que sacó su mano de donde estaba. En un momento de su enojo, te tiró al suelo y caiste sobre tu pie. Genial, no podías mover tu pie. Cuando volviste tu mirada hacia Cormac, viste que saco algo afilado de su bolsillo.

- No, Cormac no, por favor. - suplicaste llorando, no aguantabas tu dolor.

- Mi enojo no se cesará tan fácil, mocosa. - dijo acercandose.

- ¡Alejate de mi! ¡Vete! - dijo pero hizo caso omiso a tu pedido y siguió avanzando hacia tí. - Por favor, Cormac. - volviste a suplicar.

- ¡Desmaius! - gritó alguien detrás de ambos. Tardaste en darte cuenta de que el cuchillo que tenía Cormac en su mano, había caído cerca de ti.

- ¿Quién eres? - preguntaste con miedo y lágrimas en tus ojos. Sonreíste demasiado al ver a Fred salir de la sombra. - Gracias a Merlín, estas aquí. - suspiraste.

- Ven, hay que irnos antes de que despierte.

- Yo... no puedo moverme, caí sobre mi pie y...

- No se diga más. - sentiste las manos de Fred en tu espalda y en tus piernas, y sentiste como tu parte trasera, caía entre los brazos de Fred.

- Me siento como una damicela en apuros. - dijiste riendo.

- Y yo como un mayordomo, no creo que sea algo justo. - contestó riendo. Esa risa te trajo muchas mariposas y recuerdos, estabas tan sensible que volviste a llorar. - ¿Te encuentras bien? - Asentiste.

-Si, descuida. -dijiste con una sonrisa mientras lágrimas caían por tus mejillas. - Sólo, gracias por siempre estar para salvarme, no sé como lo haces, siempre estás ahí, pero gracias. Por todo. 

- Vivo para eso, pequeña. - dijo y comenzó a caminar hacia Sortilegios Weasley.

Ángel guardían Where stories live. Discover now