Venir al mundo por error, tener trastorno de pánico y poseer un coeficiente intelectual brillante, eran cosas de Emma Miller. No podemos dejar de mencionar la ansiedad, que la azotaba en los peores momentos, y lo ingenua e inexperta que podía llegar...
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Emma odiaba volar, los vuelos largos le producían ansiedad.
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Hola, aquí Emma.
¿Les agrada volar? Debo que admitirlo, el paisaje me hace pensar en la existencia de un Ser Supremo, es algo bonito de admirar, el problema radica en mi ansiedad. Quizá vi demasiadas películas trágicas sobre aeronaves, desde serpientes hasta terroristas. Lo único que me tranquiliza es saber que vuelo en la aerolínea de mi tío, Aerolíneas Hamilton, tiene un servicio de primer nivel y todos los aeromozos me tratan con doble amabilidad.
Mi papá me compró un peluche para que me acompañe, creo que nunca superó mi traspaso a la adolescencia, mucho menos aguantará verme como una mujer adulta en unos años más.
Él y yo tenemos una conexión única, compartimos el mismo amor por la música de ABBA, nos gusta comer lo mismo y, en cuanto a películas, al menos finge que también es fanático de Mujer Bonita, la miramos todo el tiempo. Nos gusta ver La Liga de Campeones y hacer compras en línea de productos innecesarios, como la pistola dispensadora de salsa de tomate, que compramos la semana pasada.
Mi abuela, Grace, dice que mi papá fue un caballo difícil de domar, que le costó tomar las riendas de la paternidad, yo pienso que él nació para ser papá, mi papá. Es el mejor. Ya sé, les haré una breve lista de razones por las que creo mi papá es el mejor.
1. En primaria, mi papá siempre me buscaba de la escuela caminando, por supuesto, recorríamos el mismo camino de vuelta a casa todos los días. Era una tradición, todos los días me compraba un girasol de una florería, la dueña era una mujer latina, muy hermosa. Según él, un hombre no le regala flores a cualquiera.
Por esa razón, mis flores favoritas son los girasoles. ¿Que por qué me regalaba girasoles y no margaritas? Porque los girasoles eran las flores favoritas de su mamá, Sídney, a quien nunca conocí, pero sé que fue una mujer fantástica.
2. Cuando me quitaron mi primera muela de juicio, no me compró un pote de helado, sino un congelador lleno. Es una razón más que válida para considerarlo el mejor, amo el helado.
