Capítulo 3: Not just a Machine

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NOTAS DEL AUTOR 

¡Podéis matarme! ¡Os doy permiso! 

He tardado horrores en escribir este capítulo PERO tengo justificación, lo juro. Entre el trabajo y demás, los días se me van volando y no me da tiempo de escribir tan rápido como quisiera. Lamento mucho la tardanza. 

Gracias de verdad a todas y todos por leer este fanfic y por leer lo que escribo y dejarme siempre comentarios amorosos. Os adoro a todas y todos. 

DEDICADO: Este capítulo se lo dedico a Hank Anderson, que hoy, 6 de septiembre, cumple años (33 años para ser exactos si contamos que estamos en el 2018). Te adoro, mi querido teniente <3 

Credits: Illustration by @ebi_baum (twitter)

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Había pasado una semana desde la última vez que había visto al androide.

Hank había hecho lo imposible para evitarlo. Cuando salía por la mañana para sacar su coche del garaje, trataba de no mirar al frente, no fuera que el joven se encontrara en el rellano de la entrada, observándolo, y es que había tenido la sensación de que unos ojos se le clavaban en la nuca cuando volvía del trabajo, pero había hecho acopio de fuerza de voluntad para no darse la vuelta, ignorando por completo todo lo que le rodeaba hasta cruzar el umbral de su puerta, entrando al único lugar donde estaba seguro: su casa.

Katherine después de haber llegado tarde aquella noche había estado resentida, y con mucha razón. Pero él no había tenido problemas para compensarla. Al día siguiente le había comprado un ramo de flores y asunto arreglado. Su mujer era maravillosa, dulce y con un humor maleable, no entendía por qué había estado mintiéndole.

Sentía que por fin había conseguido reestablecer la normalidad en su vida, hasta que llegó aquella mañana.

El día se había levantado encapotado, el cielo parecía que lloraría a lo largo de la tarde y por lo tanto se sentía el frío nada más salir al jardín. Se había enfundado en un abrigo largo y después de despedirse de su mujer, que también tenía que prepararse para una recolección de fondos benéficos para el club en el que trabajaba, se encontró cara a cara con Connor, que se disponía a tocar a su puerta.

El joven estaba a solo unos pasos del teniente; se veía como de costumbre, vestido de forma sencilla con la ropa casi hecha a medida e impoluta. Demasiado arreglado para aquellas horas tan tempranas.

–¡Teniente Anderson, qué casualidad! –dijo Connor, con voz entusiasta y sonriendo amablemente.

Hank se había quedado sin palabras. Volver a mirar a aquellos ojos cafés directamente hizo que sintiera un remolino de emociones dentro de sí mismo. Se sentía cohibido, incluso podía notar cómo sus mejillas se estaban sonrojando.

– Bu–buenos días... –y de forma tosca, intentó apartarlo de su camino para salir corriendo hacia el coche. No quería volver a caer en el extraño embrujo que ese chico ejercía sobre su voluntad, tenía que salir huyendo de aquella situación.

– ¿Está su mujer en casa? –preguntó Connor, notando enseguida que el hombre se sentía incómodo en su presencia. Aquello no lo achantó–. Me gustaría poder hablar con ella –dijo mientras lo seguía hasta el garaje.

Hank pensó enseguida que aquel chico no entendía, definitivamente, cómo funcionaban las etiquetas y reglas sociales de los humanos. Era evidente que no estaba de humor.

– Discúlpame, chico, tengo un poco de prisa porque llego tarde al trabajo –En realidad iba con una hora de adelanto, pero suponía que el androide eso no lo podía saber–. Katherine está en casa –y sin esperar que la puerta del garaje se abriera del todo, se agachó un poco y entró en el habitáculo.

Forbidden [HANK x CONNOR]Where stories live. Discover now