Capítulo 11: Gasoline

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NOTAS DE AUTOR

¡Me fui a Madrid! Por eso he tardado tanto en actualizar. Además de que he vivido una intensa semana de trabajo en la que no he parado ni tan solo un segundo. Pero todo esto son disculpas por haberos hecho esperar tanto por este capítulo. ¡No volverá a pasar! PROMETIDO.

El capítulo de hoy es muy especial... ¡aquí se revelarán muchísimos detalles de la vida de Connor! ¿Preparados?

@Credits by @Vasta04540404

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- ¡Me corro, joder! ¡joder! –gruñó el desconocido mientras tensaba todo su cuerpo y se dejaba caer en los estertores del orgasmo sobre el cuerpo del androide.

Connor cerró los ojos, recibiendo el orgasmo sobre sus nalgas, sintiendo cómo los fluidos del humano lo manchaban y lo hacían sentir humillado y mancillado. Sus párpados se replegaron y dejaron sus ojos apagados a la vista, observando cómo el humano, que acababa de terminar, ya se estaba preparando para dejarlo solo en la habitación, sabiendo que cuanto más tiempo pasara con el androide, más caro le saldría el capricho.

- Ten, una propina por tu buen trabajo, nunca había disfrutado tanto –le dijo el chico, de aspecto pulcro y joven mientras rebuscaba en su billetera, aun sabiendo que dejar propina estaba prohibido.

Le dejó un billete en la mesita de noche, pero el joven androide no se inmutó, volviendo a cerrar los ojos. El humano pareció decepcionado, quería en el fondo recibir una respuesta especial por parte de aquella máquina, aunque sabía que eso era imposible.

No era humano, aunque lo pareciera, al fin y al cabo.

Sin poder evitarlo, Connor sintió que sus ojos se cerraban, y como cada vez que alquilaban su cuerpo para desahogar los instintos más bajos que los ricos de la ciudad podían pagar, se desconectó, cayendo en una especie de sueño del que no podía escapar.

El dueño del Club rabiaba por aquel comportamiento que no estaba programado en su código primario ni resultaba ser una tarea adecuada para el buen rendimiento del negocio, puesto que tardaba una media de una hora en volver a estar activo para seguir con el trabajo. Pero Connor no podía evitarlo, era un mecanismo de evasión que su software había desarrollado para mantenerle cuerdo.

Era al único androide de su gama que le ocurría.

Antes de que el humano anónimo abandonara la habitación lujosa del prostíbulo, se dio cuenta de que el joven se había quedado dormido. Lo miró embelesado, sin comprender cómo era posible que un trozo de plástico como aquel pudiera transmitirle tanta ternura, y antes de marcharse, decidió abrigar el cuerpo pálido y desnudo con la suave sábana de satén. El LED del androide iluminaba la tenue habitación con un color anaranjado. Cuando se acercó a la puerta, echó un rápido vistazo antes de irse.

Habría jurado que había visto al androide sonreír, tal y como sonríe un niño cuando sueña.

No pudo evitar irse de allí sintiéndose miserable.

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Los androides conocidos comúnmente como "tracis" no tenían descanso. No conocían los derechos laborales, ni tampoco conocían la compasión.

En el Eden Club no había hora donde no hubiera un servicio que satisfacer. Los jóvenes androides sexuales estaban expuestos las 24 horas del día en urnas de cristal, a la espera de que un humano se fijara en ellos para gozar de unos minutos de libertad... aunque en realidad aquella libertad era un espejismo que formaba parte de sus tareas como esclavos.

Forbidden [HANK x CONNOR]Where stories live. Discover now