Forbidden [HANK x CONNOR]

Capítulo 6: Unfaithful

NOTAS DEL AUTOR

ADVERTENCIA: Este capítulo contiene mucho contenido sexual/smut/yaoi/lemon/porno. Leer solo bajo preescripción médica. Prohibido la entrada a personas con problemas del corazón, de mentes débiles y sensibles, madres, padres o hermanos/as pequeñas. ¡El que avisa no es traidor! 

Credits: Illustration by @@SallyDBH1(twitter)

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"- Le estaba esperando... Teniente".

Aquellas palabras, retumbando en su cabeza, le siguieron hasta el interior de la casa. Cada sílaba de aquella frase había recorrido su cuerpo, erizando todos y cada uno de sus poros.

La puerta se cerró tras su espalda, haciendo un ligero chasquido que anunciaba su última oportunidad para no cometer aquel error.

Pero sus pies estaban clavados al suelo.

Se miraron en silencio, sin moverse de la entrada. Connor lo estaba analizando, quería saber cuáles eran sus intenciones. Quería confirmar lo evidente. La mirada del androide lo hipnotizaba, lo atravesaba como una lanza en mitad de una batalla campal. Ahí estaban, como dos guerreros que se miden con la mirada antes de comenzar a luchar.

Lo tenía paralizado, bajo un embrujo que ni él mismo podía llegar a entender.

Sólo sabía que lo deseaba... deseaba que pasara. Lo que no tenía muy claro era el "qué" deseaba que pasara.

- Connor... – susurró el mayor.

Y fue entonces cuando el androide lo supo. Algo en la mirada del teniente Anderson se lo había susurrado al oído.

Algo en aquel jadeo roto, le dio la señal que daría comienzo al inicio del fin.

El joven se abalanzó sobre el mayor, acorralando al teniente contra la puerta de la casa, con los brazos alzados en cada lado de su cuerpo. Hank sintió cómo el pecho del joven androide se aplastaba contra el suyo, y vio cómo el joven debía ponerse de puntillas para llegar a la altura de sus labios, los cuales miró con deseo.

Sin mediar palabra, llevó una de sus suaves manos a la cara del teniente y devorándolo con la mirada, le acarició la mejilla y la perilla cubierta de barba canosa, pasando con el dedo gordo sobre sus labios, en una delicada caricia que le puso los pelos de punta a Hank, quien no pudo evitar cerrar los ojos y dejar escapar un jadeo de anticipación.

Se sentía como un adolescente en su primera vez. En su estómago revoloteaban millones de mariposas, y sus piernas... oh, sus piernas, ¡temblaban! No entendía cómo aquel joven podía hacerle sentir aquellas sensaciones olvidadas en su juventud.

Vio cómo el androide se relamía los labios y sonreía, mientras se acercaba a su rostro, con una expresión juguetona; no le apartaba la mirada avellana, que lo perforaba insistentemente. Seguía agarrando su barbilla con su mano y, sin que Hank respondiera de su propio cuerpo, sintió cómo su boca se abría lentamente, para recibir el beso que Connor le estaba ofreciendo.

Los labios del joven se posaron en los suyos y pudo sentir la húmeda lengua del androide delinearlos, haciéndole cosquillas, antes de entrar en su boca, profundizando el beso casi de inmediato. Aquella deliciosa lengua buscó la suya, y jugueteó con ella, como en un baile, suave y de ritmo pausado.

El sonido de los besos era lo único que se escuchaba en la habitación. Hank había cerrado los ojos y una de sus manos se había agarrado con fuerza a la cintura del joven, mientras que él seguía de puntillas, pegado por completo al cuerpo del teniente, acorralándolo en la puerta con una mano en la maciza madera y la otra sujetando con demanda la nuca del mayor.