Capítulo 6

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Al llegar a casa, luego de la cena de graduación, me encontré con un bouquet de rosas rosadas oscuras, pastel y blancas de tamaño gigante, alrededor de él le adornaban algunos cristales y perlas. Me quede echa piedra ¿cómo rayos habían metido eso por la puerta? Me pregunté y miré la tarjeta, ya me imaginaba de quien era y lo confirmé luego de terminar de leer:

"Querida Kate,

Te envió este humilde ramo de rosas con las mejores intenciones que puedan haber y como símbolo de paz entre los dos. Deseo que esta nueva etapa de tu vida comience de la mejor manera y que llegues una mujer de mucho éxito.

Felicidades por tu graduación,

Carl Lautner."

¿"Humilde"? ¿"Símbolo de paz"? Pensé. Tenia que estar de broma si esa cosa era algo humilde ¿Acaso había comprado todas las rosas de la ciudad? Y respecto a la paz, él y yo sabíamos perfectamente que la paz no llegaría a nosotros hasta que alguno de los dos terminase con aquella locura. Mis padres parecían maravillados con la llegada de aquella inmensa avalancha de flores: mamá estaba como una niña corriendo de lado a lado, ordenando a las empleadas que llevasen las rosas al jardín e intentasen lo que pudieran con tal de que viviesen, papá tenia cara de satisfacción y yo... bueno, no me gustaban tales ostentosidades pero no negaré que algo si me había complacido, aunque no estaba dispuesta a demostrarlo.

Volví a mi habitación y al entrar me encontré con una nueva caja ¿Más sorpresas? Suspiré y miré la etiqueta sobre ella, otro regalo de Lautner. Rápidamente la abrí, pero en ella solo se encontraba otra pequeña carta.

"Querida Kate,

Apuesto a que pensaste que habría otro regalo de mi parte, espero que lo hayas abierto aprisa y no le hayas hecho esperar a mi pobre carta. De momento no habrán mas sorpresas, el resto ya vendrán cuando seas mía.

Siempre tuyo,

Carl Lautner"

Gilipollas— susurré enojada luego de leer aquella tontería, ¿Acaso se le había salido un tornillo? Imaginé, pero sinceramente esa estúpida carta, luego del cabreo, me había hecho estallar de la risa. Definitivamente Lautner estaba mal de la cabeza. Agarré la caja, junto con la carta y las tiré a la papelera, sin embargo, al volver del baño después de haberme desmaquillado y cambiado de ropa, las recupere. Era un desperdicio no guardarla, podría darle uso en un futuro.

En el momento en que las estaba metiendo en mi escritorio, me llego un mensaje de Alan. Era una foto suya junto con sus dos hermanos. Me quedé contemplando lo guapo que se veía en ella todo el rato hasta que caí rendida. Con mis padres en la ciudad tendría que recargarme las baterías tanto como pudiese, pues no sabía cuantas sorpresas podrían llegarme durante su estadía. Así fue, aunque el sábado lo había tenido completamente libre para mi y sin sustos, el domingo en la mañana mi padre se encargo de darme las noticias durante la hora del desayuno.

—Ha llamado Carl y me ha pedido una cita contigo, he aceptado de inmediato, claro. Así que a las tres te ves con él— dijo metiéndose una trozo de papaya en la boca y estirando su mano para entregarme un papel— Aquí tienes el teléfono de él, para que planeen a donde irán. Me imagino que estarás cansada ya de tantas cenas lujosas conociendo tu gusto, y es mejor que comiencen a quedar en sitios que les hagan sentir cómodos a los dos.

—Estoy completamente de acuerdo con eso— agregó mamá— Es una buena manera de que se conozcan en su entorno natural.

—Papa...— me quejé

—Lo siento Kate, trato es trato.

Agarré malhumorada el papel y volví a mi cuarto. Estuve marcándole a Lautner un par de veces para cancelar el plan, pero sabía que el no iba a ceder y sobre las doce me mando un mensaje, en el me subrayaba que me estaría esperando a las tres tal y como me había dicho mi padre y que no tenia intención de dejar pasar la tarde sin verme. De manera que, rendida le envié de vuelta otro texto en donde me negaba rotundamente a ir a otro lugar lujoso. Era domingo y quería relajarme. Tome una ducha y me vestí como lo hacia usualmente: short, zapatillas, camiseta blanca y gorra, tampoco me apetecía usar lentillas, por lo que use mis gafas y salí de casa a las 2:30. Planeaba hacerle esperar un par de minutos. No me corría prisa el verle. 

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