Capítulo 12

199 20 0
                                    

Mis manos se deslizaron hasta la parte trasera de su cuello, las suyas hasta mi cadera. Entre besos que se negaban a parar, nos fuimos acomodando hasta quedar en una posición que en cualquier momento del mes anterior me hubiese reusado a tomar. Se me aceleraba el pulso con cada beso y el revoloteo en mi estomago parecía tomar forma de torbellino. Aunque no tenia los ojos abiertos, de alguna manera sabía que él estaba sonriendo, siempre lo hacia al besarme y no pude evitar contagiarme de aquella manía.

En algún momento mis dedos pasaron de acariciar su sedoso cabello, a colocarse sobre su pecho y luego a buscar cabida bajo su camisa. Quería sentir el tacto directo de esa piel blanca que a pesar de lucir como la nieve era capaz de incinerarme. Él también buscó refugio bajo mi blusa, sin ir demasiado apresurado. Me separe por un instante. Necesitaba recobrar mi aliento. Pero no pasaron mas que unos segundos antes de que mis labios volviesen a buscar los suyos. Sus manos comenzaron a ascender, las mías fueron en sentido contrario y sus besos se pronunciaron aun más. Justo en el momento en el que él se iba a deshacer de su camisa, comenzó a sonar su teléfono. Soltó un chasquido y yo entré en razón. ¿Qué diablos estaba a punto de hacer?

Nuevamente puse mis manos sobre su pecho, esta vez para separarle. Carl parecía comprender perfectamente lo que me sucedía—Lo siento— me dijo acariciando mi mejilla— No era mi intenci-

Le interrumpí—No. Yo...— Otra vez aquel timbre. Se levanto de la cama y agarró de su bolsillo el aparato que me acababa de salvar, su móvil.

Se disculpo al contestar y pidió un momento de espera—Si te incomoda, puedo dormir en la habitación de huéspedes—Ofreció amablemente tapando la bocina del teléfono. Lo negué con la cabeza—Entonces, terminaré algunas cosas antes de volver. Ten buenas noches— salió y cerró la puerta. 

Tomé la almohada más próxima a mi y ahogué mi grito en ella—No puede ser ¡NO PUEDE SER! KATE SEGAL LEE ¿QUÉ DIABLOS ESTABAS A PUNTO DE HACER?— me cuestioné entre gritos sumergidos contra el cojín. Tenia el pulso a millón. Las mejillas y el cuerpo me quemaban y mantenía la sensación del tacto de Carl ¿Qué me estaba sucediendo? ¿Acaso me estaba olvidando tan fácilmente de Alan? No, definitivamente la presencia de Carl se estaba abriendo paso en mi interior de manera firme.

Me levanté dirección al guarda ropas, busqué en el interior la pijama más cubierta que tuviese. No podía volver a dejar que ocurriese una situación similar a la de minutos atrás. Estiré un par de ellas sobre la cama. La pijama enteriza sería mas rápida de quitar, la de manga corta enseñaba "demasiado", la pijama camisera se me escurría por el pecho y las otras eran de pantalón corto. ¿Por qué se me estaba haciendo tan complejo algo tan simple como elegir una pijama? ¿demasiado rápida de quitar? ¿Enseñaba demasiado? ¡Y que si enseñaba demasiado! ¿Quién se supone que me iba a quitar rápidamente la pijama enteriza? Al parecer la única mal pensada y pervertida estaba siendo yo. Me metí a la ducha. Necesitaba un baño de agua fría para poner en marcha mis neuronas. Tenia que dejar de pensar en tonterías. Al final, tome una pijama a ojo cerrado. No iba a dejar que mi destartalado pensamiento me llevase por estúpidas ideas. Sabía que Lautner no iba a intentar nada conmigo si yo no lo quería.

El problema era si sería capaz de aguantarme la próxima vez.

Durante las clases de cerámica, al día siguiente, me había pasado la mañana en las nubes. Alan no había parado de mirarme constantemente durante toda la jornada. Primero un vistazo, cuando lo notaba desviaba rápidamente la mirada y cuando me giraba volvía a la misma acción—¿Qué pasa?— dije cansada de su atención.

—Eso me gustaría saber a mi ¿Qué te pasa? Ayer te fuiste enojada conmigo. Y no. No intentes negarlo por que te conozco Kate— se apresuro en advertir, en cuanto me vio con intenciones de negarlo—Te invité a cenar, pero me cancelaste después de decir que si. Y hoy estas pensando... ¿En que estas pensando? Ese es el problema ¡¿Qué estas pensado?!

—En nada, Alan. Te lo aseguro.

Se sacó la gorra y se agitó el cabello—Esta bien— suspiró— Si no quieres decírmelo no te voy a obligar— Cogió su mochila del suelo y salió del salón. Inmediatamente hice lo mismo. Me fui corriendo detrás de él a toda prisa. No quería que me malinterpretase. Tenia que contarle lo que sucedía. No todo, pero lo básico. Al fin y al cabo era mi mejor amigo. A mi también me gustaría que él me contase sus cosas y me sentiría apartada si no lo hiciese.

Le frené el paso tomándole del hombro derecho. Sus pies dejaron de moverse—¿Podemos hablar?— pregunté

Asintió— ¿Hace falta preguntar?— me dio un abrazo. Se lo devolví y como siempre hundí mi cara en su pecho.

Fuimos a mi pastelería preferida. Alan la conocía de sobra. Era él quien me había llevado allí la primera vez e íbamos tantas veces que sabia a la perfección mis pasteles favoritos. Ordenamos lo habitual. Tomamos asiento donde siempre. En las posiciones de siempre. Éramos como una pareja vieja con hábitos de años— ¿Entonces?— Introdujo él la charla.

—Estoy viviendo con Carl desde ayer— la cuchara se le resbalo de las manos. Estaba atónito.

—¿Perdona?

Sonreí—Pues eso mismo— engullí el primer bocado. Él tardo en reaccionar.

—Kate, esto... ¿Cómo es que no me habías contado esto? ¿Estas bien?

—Lo estoy. Sorprendentemente— contesté con total naturalidad— La verdad es que me estoy acostumbrando a Lautner mas rápido de lo esperado.

Exhalo, seguía incrédulo—¿De verás, de verás estas bien?—ratificó.

—¡Que si hombre!— me reí.

—Wow. No se que pensar— se rasco la cabeza—Quiero decir, si tu estas bien, yo estoy bien. Pero no dudes en decirme lo que sea si crees que no puedes aguantar la situación ¿Ok? Ya sabes que cuentas conmigo para lo que sea.

—Gracias— sostuve su mano derecha y le di un beso— ¿Sabes que te quiero?

—Si, sueles recordármelo constantemente ¿Y tu lo sabes?

—¿Que?

—Que te quiero, tonta— sonrió.

—Lo sé... Lo sé.

Estamos ComprometidosWhere stories live. Discover now