Capítulo 10

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Luego de estar en el departamento de Carl me había planteado seriamente mi posición frente a él. No estaba enamorada, pero no me disgustaba. No le quería, pero no le odiaba. Claramente, había pasado de ser mi prometido obligatorio a ¿Un amigo? Si, tal vez esa era la etiqueta más acertada a nuestra relación. Claro que Carl nunca llegaría a ser el mismo tipo de amigo que era Alan para mi. Al terminar la cena, me dejo en casa. Pensé que me propondría quedar al día siguiente para comenzar la búsqueda del inmueble, pero tenia asuntos que resolver en su empresa, así que decidimos vernos el martes.

Luego de terminar las lecciones de cerámica, en las que sorprendentemente me había manejado mejor los últimos dos días, me encontré con Lautner en la puerta de la universidad. Eran poco mas de las dos y media y mi estomago me repetía constantemente que necesitaba ser rellenado. Fuimos a comer un trozo de pizza en un restaurante frente al campus. Él se olvidaba de los restaurantes de lujo cuando estaba conmigo, en cambio siempre buscaba un buen sitio que pudiese gustarme. Pedimos una pizza entera para compartir, mitad del sabor que él quería y mitad del que yo eligiese. Él ordeno pepperoni, yo mozzarella de búfala.

—¿Cómo vas con la cerámica?— me preguntó, como siempre que venia al campus.

—Sorprendentemente, esta semana he mejorado bastante— contesté engullendo el primer trozo de pizza—Alan estaba realmente impresionado de que mis manos dejasen de aplastar el material hasta hacerlo salir por entre los dedos. Supongo que es un avance descomunal para mi, teniendo en cuenta lo torpe que soy con las artes. 

—¡Genial! Si mejoras un poco más podremos ser capaces de reproducir la escena de Ghost— dijo con una enorme sonrisa en la cara.

—No creo que sea necesario que sea una maestra para reproducirla— contesté. Él me miro estupefacto por la respuesta, un segundo después caí en mi error. Me sentí sonrojar— Quiero decir— carraspeé la garganta— No es necesario que sea una maestra por que nadie va a hacer ninguna escena—corregí.  

Luego de terminar de comer, salimos directamente a una inmobiliaria bastante moderna que le habían recomendado a Lautner. Según la persona que se la había sugerido, todas las viviendas eran de lujo y con arquitectura atractiva para una pareja joven como nosotros. El despacho del asesor inmobiliario estaba cerca de la central principal de la empresa de los Lautner. Bajé del coche con la ayuda de Carl, quien al frenar, bajo del auto corriendo para abrirme la puerta y ofrecerme la mano. Puse los ojos en blanco rindiéndome a todas sus exageradas atenciones. Comenzaba a acostumbrarme a ellas y me gustaban.

Me quedé rodando entre los ceros que marcaba cada pagina bajo las fotografías de las casas. No negaba que los inmuebles eran espectaculares, pero si no fuese por mis padres nunca jamás podría imaginarme entrando en tales mansiones. Carl miraba  otro catalogo, igual al mío, con calma. No parecía impresionado por los precios. Se paro en un par de ocasiones a compartirme su opinión sobre unas cuantas casas que llamaron su atención, curiosamente teníamos gustos similares. Decidimos ir a visitar tres de ellas. Bastante semejantes pero en zonas diferentes.

Desde que habíamos entrado en la inmobiliaria la actitud de Carl había cambiado. Se había puesto el "traje" de empresario y reflejaba completa serenidad y seriedad en sus acciones. Encontré realmente atractiva esa actitud. Normalmente actuaba como un niño pequeño cuando estaba a mi alrededor por lo que había olvidado su comportamiento regular en el trabajo. El asesor nos llevo hasta cada uno de los chalets. Las características principales de los tres eran grandes ventanales, habitaciones espaciosas, salones gigantescos de techos altos. Jardín con piscina, parqueadero y gimnasio. 5 habitaciones y 3 baños.  Demasiado para lo que pedía, pero no para los planes a futuros de Carl.  Nos decidimos a pensar un poco más en ellas, pero por elección unánime  nos arriesgamos a apartar el  tercer chalet que visitamos.

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