Capítulo 7

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Las temperaturas seguían ascendiendo en la ciudad y luego de terminar la carrera me había quedado sin cosas por hacer. Hable con papá sobre mi ingreso a su empresa, pero al parecer tendría que esperar hasta que finalizase el verano. Estaba agotada de estar en casa. Especialmente teniéndolos a mis padres en ella, por lo que decidí  apuntarme en alguna cursillo  de verano en la universidad.

—¿De verdad Kate? — me preguntaba incrédula la voz de mi mejor amigo a través de la línea— No han pasado ni dos semanas desde nuestra graduación y ya estas de vuelta en el campus.

—Alan, es mejor esto que estar en casa— me defendí sin frenar mi paso camino a la administración del campus de artes— Además, esto también me servirá de excusa para no verme con mi insistente tormento.

—¿Insistente tormento?— repitió confundido.

—Mi prometido, Alan— aclaré. Sabia que en algunos temas era un denso—De cualquier manera, te llamaba para animarte a apuntarte a algo conmigo.

—Es verano, Kate. Tiempo de ocio.

—Ya lo se. Por eso pensé en apuntarme a alguna clase artística. Así te convencería mas fácil de venir conmigo.

—¿Enserio?

—Enserio.

—Pues siendo así... supongo que no me queda de otra— le escuché rendirse— Pero yo escojo la asignatura.

—¡Oh, vamos! Piensa un poco en mi, Al.— me quejé— Sabes que soy de manos torpes.

—Por eso mismo, creo que una asignatura delicada te vendrá de perlas. Espérame allí. Llegaré en unos 20 minutos para que hagamos el ingreso.

—¿No prefieres decirme cual vamos a tomar para ir rellenando los formularios? — pregunté inquieta.

—No, ya lo hacemos juntos. Me muero por ver tu cara en cuanto te enteres.

Estuve en la cafetería, frente a la secretaria esperando a mi amigo por unos 25 minutos hasta que le vi asomarse en la puerta. Parecía haber corrido para tomar el menor tiempo posible en llegar y lo confirme en cuanto se sentó a contarme todo lo que le había sucedido en su recorrido hasta el lugar en que estábamos. Luego tomarse una botella de agua para recobrar las energías que había perdido por correr bajo el insaciable sol, fuimos a pedir un par de formularios para hacer nuestra inscripción a la clase de— ¡¿Cerámica?! — Su sonrisa parecía complacida de mi reacción. En el pasado me había convencido de tomar unas clases de cerámica con él y no habían salido nada bien. Siempre terminaba aplastando el material sin conseguir que diese alguna forma y terminé por dejar las clases luego de solo tres días.

Llenamos la forma y salimos dirección a la tienda de material. Las clases habían comenzado el mismo lunes por lo que tendríamos que estar listos para nuestra incorporación al día siguiente.

—Herramientas de corte, de ahuecado, arcilla, esponja...—iba leyendo la lista de algunos materiales que nos habían pedido. Suspiré— No se en que momento se me ocurrió llamarte Alan.

Se escuchó su carcajada en medio de las estanterías de herramientas— Tu fuiste quien decidió tomar clases en verano— se defendió sin dejar de buscar lo que necesitábamos. Agarré una esponja y un paquete de lijas y las metí en la cesta de compra. Me giré en su dirección y me quede contemplando su espalda— Oye Alan.

—Dime— me miró de reojo, comenzando a caminar a la sección de arcillas.

—¿Te gusta alguien? —pregunté, arrepintiéndome de ello inmediatamente.

—¿Eh?— se giro confundido— ¿A que se debe la pregunta tan repentina?

—No lo se— mentí— Es solo que con todo esto del compromiso... caí en cuenta de que nunca solemos hablar de estas cosas y me entro la curiosidad. ¿Te incomoda?

Estamos ComprometidosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora