I.

3.4K 131 32
                                    




No existe nada en el mundo que Gabriel odie más que a los millonarios consentidos. Es su parte menos favorita de su trabajo de verano.

La primera quincena de las vacaciones es un infierno, siempre el hotel esta colmado de gente que lo único que va a hacer es a mostrar cuánto dinero tiene y cuantas conexiones puede hacer. No hay nada que Gabriel le interese menos que eso. Tuvo que aceptar el trabajo porque necesita la plata y porque francamente Agustín es su amigo, mas allá de ser uno de esos millonarios consentidos que Gabriel detesta tanto.

Se conocieron de pura casualidad, un día que Gabriel había ido a bailar a un boliche en el centro de Buenos Aires y Agustín se le había acercado, interesado en saber que estaba tomando. Después de eso su amistad había fluido al punto de que Agustín le había comentado que su padre era dueño de una cadena de hoteles en Punta del Este, y que podía darle trabajo por el verano. Gabriel se había negado en un principio porque realmente no podía pagar un pasaje a Uruguay, sin importar que bueno fuera el sueldo, pero Agustín había insistido al punto que había pagado el pasaje de su propio bolsillo.

Agustín era una de las personas más extrañas que Gabriel había conocido.

El primer verano fue ideal. Ajustarse a trabajar todos los días durante las vacaciones con el calor insoportable había sido difícil. Adecuarse a los pedidos estrambóticos, y verdaderamente ridículos de los huéspedes había sido aún peor. Gabriel tuvo que aprender a morderse la lengua.

El hotel es hermoso, enorme y ubicado en frente de la playa. Es el lugar ideal en el centro de la ciudad y Gabriel se puede quedar ahí, en las habitaciones para empleados, de manera gratuita. O casi, solo a cambio de trabajar todos los días.

Si, el primer año había sido irreal. Por lo cual Gabriel no dudo cuando Agustín le ofreció volver una segunda vez, no dudo. Y se arrepiente mucho de eso. Gabriel se había dado cuenta que Agustín era una persona amigable que no tenía problema para generar confianza con la gente a su alrededor. La mayoría de sus amigos, aunque eran niños ricos, eran gente bastante accesible mas allá de su estatus.

O eso era lo que Gabriel pensaba hasta que conoció a Renato Quattordio.

El día que se conocieron Renato acababa de llegar al hotel. El auto del cual se bajó le era conocido, era uno de los muchos que Agustín tenía a su disposición y usaba para circular durante el verano. Gabriel estaba en el estacionamiento, acomodando el auto de uno de los huéspedes cuando lo vio bajar.

Mirándolo desde un punto de vista objetivo, Gabriel entendía porque la mitad del personal del hotel lo encontraba atractivo.

La manera en que la camisa perfectamente abierta dejaba a la vista la piel blanca de su pecho, el pelo corto y despeinado y la manera que los anteojos de sol siempre se encuentran a mitad de su nariz. Si Renato es muy atractivo, pero lo que tiene de atractivo, lo tiene de imbécil. Además, a Gabriel nunca le gustaron los engreídos.

Y menos le gusto cuando Renato se bajó del auto, lo rebajo y se dio vuelta como si no valiera la pena si quiera saludarlo. Y menos aún le había gustado cuando más tarde lo había escuchado preguntándole a Agustín que hacía juntándose con la ayuda cuando lo vio saludando a Gabriel. Intento que no le afectara, en serio, sabe cómo son los niños ricos y consentidos. Pero hay momentos que no puede con su genio.

Especialmente porque Agustín insiste con llevarlo a todos lados, y la última vez que fueron a la playa, Gabriel tuvo que soportar la mirada sobradora del pendejo cuando vio el tatuaje que tiene en la pierna. Después de eso se pasó 3 días paseándose por todo el hotel con la camiseta de River puesta.

ojos color solWhere stories live. Discover now