III.

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Vuelve a entrar al salón después de que Renato se va, y lo primero que ve es Agustina corriendo hacia donde esta. La cara de la chica es una mezcla de confusión y enojo.

"¿Dónde estabas?" demanda impaciente.

"Trabajando," dice Gabriel sin dar más detalles, "Creo que uno de los huéspedes está enamorado de vos."

Agrega la última parte solo para distraerla de hacer más preguntas. Funciona, porque antes de volver a la cocina ve como la chica se lo queda mirando con los ojos abiertos de una manera muy cómica.

La noche termina sin mayor sobresalto y una vez que el salón esta vacío Gabriel aprovecha a salir a la pileta para relajarse un rato. No es propio de el intentar hacer sentir mejor a nadie, y menos a una persona que a su pensar tiene todo lo que necesita en la vida para ser feliz y esta encaprichado con hacerle la existencia a los demás lo más difícil posible.

Pero algo de Renato lo conmovió esa noche. No sabe si fue la manera que se apagó al momento que Gabriel menciono la palabra enojo. Nunca en su vida había visto una persona tan infeliz y le causaba un poco de intriga, pero también había querido ayudarlo. Lo que no entendía todavía era por qué.

No hay nadie alrededor de la pileta, solo las luces que están por debajo del agua alumbran el borde y Gabriel aprovecha para sacarse los zapatos y arremangarse el pantalón, dejando los pies dentro del agua.

Después de unos largos minutos, Gabriel escucha pisadas detrás de él que se detienen, presume cuando la persona ve su silueta sentada al borde de la pileta. Se da vuelta para mirar sobre su hombro, y ve que Renato está parado unos pasos atrás mirándolo. No lleva puesto el traje que tenía más temprano, solo un jean y una remera blanca. Gabriel supone que va a intentar irse sin que nadie se dé cuenta de vuelta.

"No voy a decir nada si eso es lo que te preocupa, no soy tu niñero."

Renato tiene miedo. Gabriel puede verlo en sus ojos y en la manera que sus manos son dos puños. Está intentando mirar a Gabriel con desdén, pero eso no oculta la línea tensa de sus hombros o como sus labios son una línea tiesa.

"No me preocupa nada sobre vos," le contesta sin mirarlo "Ándate a cagar,"

Gabriel levanta las manos en señal de rendición, está acostumbrado a lidiar con pendejos caprichosos. Renato sigue camino, y Gabriel se da cuenta que no solo está intentando escaparse, si no que pretende hacerlo con uno de los autos del padre de Agustín. El camino que está haciendo va directo a las cocheras.

Se levanta para seguirlo, vio a Renato tomar más de una copa de champagne durante la fiesta y es obvio que no se encuentra en estado mental para manejar. Pero es obvio que el otro escucha sus pasos porque se apura a subirse al descapotable que está en la última cochera y salir andando a toda velocidad.

Gabriel se queda parado en el medio de la cochera, descalzo y con los pies mojados, pensando si algún día va a tener más de una conversación con Renato que no termine en un insulto.

*

La mañana siguiente Gabriel se despierta con una nueva determinación por ignorar a Renato. La cual tiene que dejar de lado cinco minutos después de salir de su cuarto, cuando se cruza con Agustín. Su amigo tiene los ojos cansados y una preocupación evidente en el rostro.

"Te estaba buscando Gabi," dice acercándose, Gabriel nota que tiene puesta la misma ropa que llevaba la noche anterior.

"¿Qué paso?" pregunta Gabriel confundido "¿Se enfermo alguien y me necesitan ya?"

ojos color solWhere stories live. Discover now