capítulo catorce

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Eunyeon

—Tienes que escucharme, Eunyeon. Te digo que no he probado una sola gota de alcohol.

—Llegados a este punto me da igual lo que hagas con tu vida. Solo intenta que esta vez no nos afecte a mamá y a mí.

No me importaron en absoluto las miradas acusadoras de los chicos. En otro momento quizá les habría gritado a Namjoon y Seokjin por arrastrar a mi hermano de aquella manera, pero no me apetecía defenderle, no ahora.

—Me tienes muy harta, Jungkook. Eres un maldito inmaduro, incapaz de controlarse un mínimo.

—¿Te quieres callar? —chilló él de vuelta. Abrí los ojos sorprendida.

Era la primera vez que Jungkook se dirigía a mí de esa manera. No era un chico que acostumbrara a levantar la voz más de lo necesario, y con aquello quedaba demostrado que, definitivamente, había perdido los estribos.

Acaté la orden, pero por que aún no lograba salir de mi asombro. Jungkook me alejó del resto de hombres tirando de mi hombro. Acercó su rostro al mío antes de susurrar mirando por encima de su hombro, como si comprobara que nadie más se unía a la conversación.

—Escucha, he visto algo... a alguien —sacudió su cabeza. Le estaba costando hablar del tema, las manos le temblaban y no podía mantener la mirada fija en el mismo lugar por más de dos segundos—. Creo que lo hemos invocado.

—¿Qué? ¿A quién?

Mi pregunta quedó en el aire cuando la puerta corredera que comunicaba el salón con el jardín a nuestra izquierda se abrió de golpe. Una figura alta, de espalda ancha, y trajeada asomó por esta. Entre los gruesos labios del hombre descansaba un cigarrillo aún sin encender, el mechero se mecía entre sus dedos. Su cabello había permanecido exactamente igual que lo recordaba, medianamente largo y canoso, aunque ahora lucía un peinado hacia atrás cargado de gomina. Su rostro me dejaba claro de quién se trataba, pero su aspecto no era en absoluto como lo recordaba.

Deseé que se tratara de un espejismo, que fuera mi mente la que me estaba jugando una mala pasada y en realidad mi padre, al que no había visto en más de ocho años, no estaba frente a mí. A pesar del tiempo podía recordarlo a la perfección, su imagen estaba grabada a fuego en mi memoria, y hasta el momento había sido capaz de cubrir tales imágenes con otros pensamientos, pero no me creía capaz de poder superar aquella inesperada e innecesaria reunión.

Pero el momento en el que nuestras miradas chocaron me di cuenta de que nada de aquello era una fantasía. Me había reencontrado con mi padre, tras haber crecido sin su figura a mi lado, en una fiesta repleta de ricachones que probablemente no sabrían quién era él en realidad, qué había hecho con sus hijos.

—Oh, ¿quién es tu nueva amiga, Seokjin? —Se dirigió al amigo de Yoongi como si lo conociera de toda la vida, y lo cierto es que probablemente le conociera más de lo que conocía a su propia hija. No me sorprendió que no me reconociera, pero debía admitir que algo se rompió en mi interior al ver su mirada interrogante mientras cuestionaba a los otros chicos.

No fue hasta que fui a buscar el contacto de la mano de Jungkook que me di cuenta de que mi hermano había desaparecido del lugar. Probablemente habría huido antes de aquel hombre lo pudiera reconocer.

—No, no es mi amiga.

—No seas brusco, chico. ¿Cómo te llamas, cielo? —Sus ojos dieron a parar directamente con los míos. Y en aquel momento deseé más que nunca que pudiera ver el odio y el asco que se arremolinaban en estos.

Retrocedí varios pasos viendo como erguía su mano en mi dirección buscando un saludo formal. No pude. No era capaz de verle la cara por más de dos segundos sin que todo en mi interior se revolviera y el corazón se me encogiera. Es él, realmente es él y no me reconoce. ¿Tanto he cambiado, papá? La respiración se me entrecortó, hasta el punto en el que comencé a hiperventilar en busca de aire. Estaba al borde del colapso, pero me negaba a desfallecer frente a él. Un paso más lejos. Puntos negros comenzaron a nubla mi vista, impidiéndome enfocarla.

THE SYBARITE (RK #1) » min yoongi ✔Where stories live. Discover now