↳capítulo veintiocho (ii)

2.9K 377 60
                                    

Eunyeon

( segunda parte )

Lo siento. Lo siento. Lo siento.

Oía los sollozos de Jungkook demasiado cerca de mi oreja. Su murmullo constante recordándome que todo estaba bien, que estamos a salvo. Aunque cualquiera habría dicho lo contrario.

No podría sentir nada más que el incesante dolor en mi sien, extendiéndose por todo mi cuerpo en una ola que me inmovilizó y me inutilizó. No era consciente más que del paso de los segundos, los minutos en los que la voz de Jungkook, su mano sosteniendo las mías, eran lo único que podía percibir. Sus ojos parecían buscar los míos. Su rostro no era más que una máscara de sombras en la penumbra de aquella habitación helada.

Frío. Tenía mucho frío.

Lo siento. Siento que terminemos así.

—Deja de decir eso. Estamos bien. Vamos a estar bien, Eunyeon. ¡Aquí! ¡Estamos aquí! Ayuda. Por favor... Ayuda.

Entonces el pitido de mis oídos aumentó y aumentó hasta que ya no pude oir su llanto. Y, de nuevo, dejé de sentir dolor.

Pero podría sentir todo lo demás. La tristeza de Jungkook. La decepción de mamá. La confusión de Yoongi cuando le dieran la noticia. El amargor de un final sin despedida.

Y una gélida luz, calándome hasta los huesos, tensando hasta el último de mis músculos. No estaba preparada. No quería irme aún. Quedaban demasiadas cosas por hacer. Demasiados secretos que confesar, y demasiadas verdades que admitir.

No le había pedido perdón a mamá por haberle ocultado todo lo sucedido con Byounggon, por haber trabajado a sus espaldas, haciéndole creer que tenía todo bajo control cuando lo cierto es que no lo había hecho en ningún momento. Tampoco le había confesado a Jungkook que, a pesar de sus escapadas y los dolores de cabeza que me ha dado, era mi persona favorita.

Aún no le había dicho a Yoongi que le quería.

No quería irme. No podía. Todavía no.

Pero la luz no se atenuó, sino todo lo contrario. Y el frío se extendió por todo mi cuerpo. Las puntas de mis dedos estaban heladas, y cuando intenté moverlos, lo único que conseguí fue que me dolieran los brazos. Mis piernas tampoco parecían responder. Y la luz se acercaba cada vez más. Y el frío estaba a punto de destruirme.

Pero entonces una calidez familiar cubrió mis dedos congelados. Jugaba con ellos, les dio un apretón y trazó dibujos en el reverso de mi mano. Otra mano se posó sobre mi frente. Apartó el cabello de mi frente. Cabello que hacía rato había dejado de sentir cosquilleándome en las mejillas. Y el gesto fue tan sumamente familiar y reconfortante que creo que gimoteé suplicando un poco más de ese dulce calor.

—Está despierta.

—¿En serio?

—Eso creo. Acaba de mover la mano.

Las caricias continuaron, esta vez con algo más de urgencia. Estoy aquí quise decir, pero mis cuerdas vocales no respondieron. Por favor, no me dejéis marchar. No aún.

—Despacio, hija. Estamos aquí. Esperándote.

¿Mamá? Mamá... Quería llorar y no estaba del todo segura de que no lo estuviera haciendo.

—Shhh... Estoy aquí, cariño.

Mamá, por favor... Perdón...

—¿Deberíamos avisar a un doctor? —preguntó una segunda voz.

THE SYBARITE (RK #1) » min yoongi ✔Where stories live. Discover now