Capítulo 14

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Tras la presentación deEve en la corte se celebraría un baile en Bedwyn House, en el quesería presentada oficialmente en sociedad como lady Aidan Bedwyn.Había sido el duque de Bewcastle quien decidió no postergar elbaile. No había consultado a nadie al respecto, ni siquiera a Eve,por supuesto, sino que había enviado las invitaciones y hecho lospreparativos y en su arrogancia confiaba en que acudirían todos, apesar de la premura de la invitación, a pesar de que debía de haberpor lo menos una docena de acontecimientos de relumbrón esa mismanoche.

Lo curioso del caso,pensó Eve, es que pese a todo, era probable que acudiera todo elmundillo.

El duque le resultabaprofundamente antipático. Tampoco le gusta Freyja. Su cuñada raravez le hacía compañía y, cuando eso ocurría, la trataba con unfrío desdén de lo más elocuente. Aidan casi siempre ausente,mañana y tarde, y solo volvía a dormir con ella. Eve se enojabaconsigo misma por impaciencia con que aguardaba la llegada de lanoche y por lo que disfrutaba entonces. Un matrimonio debería estarhecho de algo más, aunque ambos aceptaban tácitamente que ningunode los dos deseaba nada más. Alleyne parecía el único ser humanonormal de la familia. Con él aprendió a bailar el vals. El duquehabía contratado a un maestro de danza, sin duda porque no esperabaque la hija de un minero patán fuera capaz de distinguir el piederecho del izquierdo. Pero Eve apreció las lecciones de minué yvals, dos bailes que desconocía. Durante un desayuno en que Eve lecomentaba sus lecciones, Alleyne se ofreció a servirle deacompañante y siguió los pasos uno a uno con una paciencia y unbuen humor encomiables. Ahora le parecía un joven genuinamenteafable, aunque quizá algo superficial. En cualquier caso, paracompensar, sonreía por sus dos hermanos mayores y por él.

La marquesa de Rochesterera una maestra muy exigente En ocasiones se ofendía con ella, comola mañana en que el peluquero de lady Rochester llegó a BedwynHouse con la orden de cortarle el pelo bien corto a lady AidanBedwyn, siguiendo la última moda. A su familia política le gustabatanto dar órdenes que eran incapaces de consultarle sus deseos ycontentarse con asesorarla al respecto. Eve dejó que el hombre lecortara el cabello con un estilo que, según convinieron ambos,realzaría su aspecto y condición sin privarlo de toda su longitud.

No obstante, tuvo elsuficiente sentido común para reconocer que necesitaba directricessobre los asuntos en los que carecía de experiencia. Por mucho quedijera Aidan, las reverencias eran mucho más que reverencias. Habíadiferentes tipos de reverencia, en función del rango y la edad de lapersona saludada. Había una exclusivamente para la reina. A Eve lellevó bastante tiempo ejecutarla a plena satisfacción de lamarquesa. Además del problema de acercarse al trono y delcomportamiento que debía seguir una vez alcanzado este, venía luegola complicadísima tarea de salir de la presencia de la reina. Alparecer estaba descartado que recogiera su cola de dos metros setentaen el brazo. Tampoco podía darle la espalda a su majestad. Andarhacia atrás graciosamente y con dignidad, sin pisarse la cola nitropezar con ella, no era tarea fácil. Durante mucho tiempo lepareció imposible. En sus primeros intentos aterrizó varias veces,sobre sus posaderas y estalló en sonoras carcajadas, aunque a la tíade Aidan no le hiciera ninguna gracia. Utilizaba sus impertinentespara marcar su desaprobación ante la más mínima muestra defrivolidad.

Tuvo que ponerse alcorriente de las personas que conocería, aprenderse los apellidos yel rango de los diversos componentes de la crema de la aristocracia yquién era más importante que quién. Tuvo que memorizar unajerarquía complejísima, así como la etiqueta de los bailes degala. Los caballeros con los que debía bailar si se lo pedían;aquellos con los que no debía hacerlo bajo ningún concepto. Y,cuando hubiera sido debidamente presentada a la reina, lasinvitaciones que habría de aceptar, aquella que eran facultativas ydependerían de sus demás compromisos y sus inclinaciones personalesy, por último, las que debía rechazar con firmeza. Tenía que...,bueno, como le había dicho a Aidan, tenía que aprender mil y unacosas.

Ligeramente casadosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora