3_ Recuerdos

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Aquella mañana Rose Her se levantó temprano para ir a la bañera del primer piso, y una vez cerró la puerta se desnudó para tomar un largo baño. Quería estar presentable para la boda de Leves, sin importar cuanto tardara en cepillarse el pelo y elegir su ropa.

Tras salir de la ducha se miró al espejo, admirando su figura. Le gustaba mucho como se había desarrollado su cuerpo, y para los 37 años que tenía se veía bastante joven. No obstante si había algo que a Rose le gustaba mucho de ella era su pelo, dorado y brillante como el mismo sol.

Luego de bañarse decidió revisar su vestuario, y después de revisar todo su armario terminó decidiéndose por un vestido púrpura con cintas plateadas. Durante un momento recordó que aquel mismo vestido usaba cuando se juntaba con Stanley, y el mismo que se quitaba para él.

Para cuando salió ya todo el Castillo estaba levantado, organizando cosas de aquí a allá. Los cocineros llevaban las carnes y postres a la sala sin parar, los músicos afinaban sus instrumentos y no había ni rastro de Darius.

La decoración elegida para la boda era bastante bonita. Había flores azules y doradas en las paredes, y el altar de piedra estaba decorado con cintas del mismo color. Debajo de ellos Santiago Rocher esperaba la llegada de la pareja, listo para unirlas en sagrado matrimonio como su hermanastro Matias había hecho para el cristianismo años atrás.

Al instante Darius y Jaro entraron corriendo a la sala, y el primero arrastró a Rose con él.

-Tenemos que sentarnos. Las novias llegarán en unos minutos.

-¿Tanto tiempo pasó?

-Déjame adivinar... ¿No sabías que ponerte?

Sin embargo Rose no contestó: la pareja ya estaba llegando, y ambas se veían radiantes.

Leves llevaba un vestido blanco con cintas negras, y zapatos de los mismos colores sin plataformas y un velo que le cubría la cara. En contraste con ella su pareja traía un vestido verde agua con azul verdoso, y un ramo de orquídeas en la mano. 

Ambas caminaron juntas al frente, ya que ninguna tenía padre ni madre que la acompañara como era tradición. Sin embargo a ellas no le importaba; al fin y al cabo seguían juntas, y ambas estaban igual de felices con su pareja.

Como el Rito Cristiano para las bodas había quedado atrás Darius había decidido anularlo en su mayoría, aunque conservando los aspectos clásicos. Para esta tarea Santiago Rocher era el mejor, ya que sabía perfectamente que decir para cada pareja.

-Empecemos... Bienvenidos todos y todas a la Boda de estas dos jóvenes enamoradas, unidas por voluntad del universo y con un amor tan fuerte como para vencer al tiempo. ¿Leves Kartolw, acepta como esposa a la mujer que tiene enfrente suyo, desde ahora y para toda su vida, hasta que la muerte vuelva a unirlas?

Durante un segundo todas las miradas se centraron en la mujer, quién miraba a su novia con una sonrisa de oreja a oreja.

-Si, acepto.

-¿Y usted, Tiziana Sisa, acepta a Leves Kartolw como su esposa bajo los ojos de los presentes, por el resto de los días y en toda la eternidad?

-Si. No importa cuando me lo pregunte, la respuesta siempre será si.

Acto seguido la joven selló sus palabras con un fuerte beso para su pareja, y un aplauso se oyó en toda la sala. Sin embargo en ese momento Rose comenzó a oír un grito en medio del aplauso, y al darse vuelta descubrió a Stanley Kilebee mirándola desde el pasillo.

-¡Rose! Me prometiste que estarías conmigo, sin importar como se pongan las cosas. Te alejaste de mi por diez años...

Desesperada la chica se dio vuelta para volver a ver a las novias, pero en lugar de esto vio a Stanley y Ashley besándose en el mismo lugar.

-No... Esto no es real.

En ese momento todos los presentes miraron a Rose, y esta volvió de golpe a la realidad. Leves parecía especialmente molesta.

-Perdona... ¿Dijiste que lo que sentimos no es real?

-No. Perdón, me estoy sintiendo mal. Me parece inverosímil que hayan podido encontrar un amor tan fuerte, y no conseguí expresarlo con las palabras adecuadas. Perdón si os ofendí.

-Descuida. Intenta tomar algo y se te pasará.

Sugirió Tiziana, intentando calmar los ánimos. Sin embargo aunque la fiesta seguía Rose sabía que la cosa era grave, y necesitaba solucionarlo antes de que Darius la descubriese. 

Love Reign IVWhere stories live. Discover now