5_ El Nuevo Orden

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Después de vender todos sus cultivos, animales y hasta el terreno donde cultivaba Stanley tuvo suficiente dinero como para comprarse nueva ropa para pasar desapercibido, una espada de doble filo a la que llamó Aguijón y un caballo marrón y blanco al que no le puso nombre. Al fin y al cabo el caballo moriría dentro de poco, pero la espada nunca se acabaría hasta dentro de muchos años.

Una vez partió se dirigió a la Capital, donde se detuvo para comer algo en un bar. No quería gastar mucho dinero por si lo necesitaba, así que pidió una sopa, cerveza y algo de pan. 

Alrededor suyo la gente estaba hablando de el Rey Henry, y un discurso público que tenía planeado para aquel día. 

-Ojalá anuncie que se rinda. Me cansé de tener que estar huyendo de los Guardias para visitar a mi familia en el Oeste. Los conflictos de los Reyes deberían resolverse entre ellos, y no con nosotros de por medio.

-Por lo menos es mejor que su padre. El muchacho no es idiota, aunque para su edad sigue siendo bastante necio.

Al oírlos Stanley decidió quedarse a observar el discurso, interesado en volver a ver al niño que le había quitado el Este. No le interesaba arriesgarse a matarlo, especialmente porque sabía que no le quedaba mucho tiempo y era una venganza innecesaria. El único objetivo que tenía era Darius, y estaba seguro de que no iba a llegar vivo a fin de mes.

Cuando salió afuera del bar vio que Henry ya estaba parado varios metros encima de todos ellos, con Ujier a su lado. Por si acaso Stanley decidió acercarse un poco más, interesado en no perderse una sola palabra.

-Bienvenidos todos, habitantes del Este. Hoy les voy a hacer un anuncio muy importante, así que presten atención.

Comenzó a decir Henry, y todos hicieron silencio. Ya sabían lo que pasaba cuando no respetaban el silencio del Rey, y no tenían ningún deseo de ver como una flecha cayera en quién hablara.

-Bien. Como muchos sabrán llevamos tiempo en tensión con el Reino del Oeste, y sé que muchos de ustedes esperan una alianza que nos traiga más paz y prosperidad.

Un murmullo de aprobación se escuchó entre toda la gente, y por un momento Stanley pensó en que el joven no era tan idiota como parecía.

-Bueno, nunca llueve a favor de todos y este es un ejemplo. Aquel hombre es una amenaza para nuestra forma de vida, y no podemos permitir que conquiste nuestras tierras estando en nuestro mejor momento. Mañana iniciaremos el primer ataque al Sur, y luego seguiremos por la Llanura.

Al instante un montón de gritos se oyeron entre el público, y esta vez no pararon cuando los guardias levantaron los arcos. Al ver esto Henry ordenó a sus hombres que no dispararan, y continuó hablando.

-¡Será solo por un mes! Esta guerra no durará mucho, y ustedes no tendrán que pelear. Vamos a usar armas estratégicas como catapultas o bombas, y no carne humana destinada a morir como hace Darius. Yo me preocupo por mi pueblo.

Ante esto algunas personas rieron, y Henry se puso rojo de la vergüenza.

-Ujier, hay que volver adentro. Todos son unos traidores. No entienden como funciona ser Rey aunque se los explique...

No obstante el guardia del Rey lo miró fijamente a los ojos, y acto seguido le clavó un puñal en la axila.

-Lo lamento, Henry, pero desde hace diez años que tienes al traidor contigo.

Apenas sintió el impacto el joven intentó buscar su espada, desesperado, pero Ujier lo frenó a tiempo agarrándolo con fuerza del brazo.

-¿Recuerdas cuando Darius vino aquí? Bueno, me ofreció espiarte por una buena cantidad y terminé aceptando. Yo intenté forzar esta paz a favor de ti, pero decidiste quebrarla y te tocó morir. Si no hubieras sido tan vengativo capaz te habría ido mejor; creo que Darius hasta te tenía aprecio...

-¡¡¡Ayuda!!!

Sin embargo ninguno de los hombres pareció preocuparse por su Rey, sino que miraban la escena con un extraño interés. 

-El pueblo no quiere a los Reyes. Ellos solo quieren ser felices, y tu les acabas de quitar eso. Veamos que tal te va.

Acto seguido Ujier empujó a Henry del edificio por una caída de 20 metros, quebrándose las piernas al instante.

De inmediato toda la gente se apresuró para rodearlo, pero Stanley tomó la delantera aprovechando su caballo y lo miró a la cara mientras todos comenzaban a robarle sus objetos de valor o a golpearlo.

-¿Te acuerdas de mi? Stanley Kilebee. Me robaste el ejército, pero no lo supiste usar.

Antes de morir Henry lo miró, con el asombro en su rostro cada vez más fuerte.

-Una pena. Algunos no están hechos para ser Rey. 

Luego se volvió hacia Ujier, quién miraba la escena desde arriba.

-¡Eh, inepto! Te olvidaste de su perro.

Le gritó Stanley, pero antes de que pudiera reaccionar Sangre saltó sobre Ujier y le mordió el cuello con fuerza. Al instante el traidor intentó soltarse, pero al hacerlo terminó cayendo para atrás. Por fortuna tuvo más suerte que Henry, impactando directamente con la cabeza y resultando en una muerte limpia.

-Te lo dije.

Acto seguido Stanley espoleó las riendas de su caballo y pasó encima de cuerpo de Henry, quién viéndose aplastado, herido, quebrado y rodeado no tardó mucho en morir. Sin embargo le tomó alrededor de una hora de sufrimiento antes de que el pueblo lo rematara, cortándole la cabeza y colocando su cabeza en una pica. 

No obstante para cuando esto sucedió Stanley ya estaba fuera de la ciudad, camino al Reino de la Llanura. Sabía que la boda de Leves Kartolw pasaría en unos días, y era el momento perfecto para atacar.

Love Reign IVWhere stories live. Discover now