6_ Viejos Amores

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Luego de haber tenido aquel percance en la boda Rose se retiró de inmediato a su habitación apenas terminó la ceremonia. Estaba segura de lo que había visto, pero sabía que fue algo totalmente falso y aquello fue lo que le preocupó.

-Quizás me quede dormida... Nadie me dijo nada para no quedar mal, pero podría haberme dormido y que todo haya sido un sueño muy coordinado.

Sin embargo dudaba que pudiera tratarse de eso, especialmente conociendo la honestidad de Darius.

-Oye, tú... ¿Podrías traerme un té de hierbas?

Pidió a uno de los sirvientes, y este acató la orden en silencio. Luego de unos minutos Rose estaba sentada en la ventana de su cuarto, pensando en lo ocurrido. ¿Era cierto que extrañaba a Stanley o solo se trataba de un pensamiento estúpido creado por su mente para darle algo de gracia a aquella vida aburrida y repetitiva que llevaba teniendo desde el final de la guerra? ¿Realmente lo había amado, o solo se trataba de una manera de sentir adrenalina de manera segura durante la guerra?

Al fin y al cabo cuando estaba con Stanley todavía era una joven impulsiva que no pensaba en lo que hacía, pero ahora que realmente era capaz de analizar sus sentimientos seguía sin tener ni idea de que creer.

-Tengo que hablar con alguien... Leves seguro entenderá. Ella sabe de amor. No sé si Darius confiará en mi. No quiero arriesgarme...

Sin embargo antes de que pudiera seguir hablando sola observó algo desde la ventana que casi le hizo soltar su taza y soltar un grito. Varios metros debajo de ella y mirándola desde un caballo se encontraba Stanley Kilebee, igual de hermoso que siempre. Durante unos segundos Rose se quedó estática, pero cuando sintió que el té se le resbalaba no pudo evitar lanzarse para agarrarlo, quemándose la mano con el líquido al hacerlo. 

-Mierda... Ojalá no me haya visto.

No obstante para cuando se dio vuelta Stanley había desaparecido, lo que la dejó todavía más asustada. Si todo aquello no fue real significaba que estaba empezando a volverse loca, y no podía permitirse caer en eso.

-Si descubren que estoy viendo cosas me van a empezar a discriminar, y será peor si se enteran de que es lo que veo. Esto es malo...

Desesperada, Rose apoyó la taza medio llena en el respaldar de la ventana, tomó su antigua ballesta de un rincón y se dirigió hacia los baños. Al verla armada Jaro le preguntó si ocurría algo, y ella tardó unos segundos en responder.

-Tengo que limpiarla. Me gustaría poder practicar mi puntería de nuevo mañana, pero no puedo hacerlo con un arma en este estado.

-Ah... Bueno, te deseo suerte en eso. ¿Por cierto, tú llamaste a un tal Lee al Castillo? Me dijeron que vino a hablar con alguien, pero se marchó repentinamente.

-Espera... ¿Lee?

Aquel era un posible apodo para Stanley, sin llegar a ser tan obvio como Stan o Ley pero conservando algo del nombre. Si bien Rose no quería hacerse ilusiones la posibilidad de que aquel Stanley haya sido real todavía existía, y con ese dato esta se volvía más fuerte.

-Perdóname, me tengo que ir. Si ves a Darius avísame, que necesito hablar con él.

Anunció, antes de correr hacia los baños mientras sentía un zumbido fuerte en su cabeza. Y de repente este se detuvo.

En ese momento Rose no vio a nadie más, pero oyó una voz en su cabeza y la oyó con intensidad. Por más extraño que pareciese en aquel momento no pensó que estaba loca, sino que otra vez le creyó a Stanley.

-Necesitas matar a Darius Kartolw.

Love Reign IVWhere stories live. Discover now