Capitulo 38

1.5K 114 2
                                    

Allana

Me giré una vez más en mi cama. Sí, como había supuesto, dormir esta noche iba a ser, sencillamente, imposible. 

Suspiré antes de apartar las mantas lejos de mi cuerpo y me puse de pie para dirigirme hacia la ventana abierta. Repasando todos los hechos de hoy sólo podía estar segura de que este día pasaría a la posteridad como uno de los días más largos de toda mi vida, en todo el sentido de la palabra, empezando por convencer a Selena para que encarara a Kay, pasando por mí consiguiendo un novio y terminando con nosotros descubriendo otro secreto... en serio, cuando mi mamá me había dicho que esta isla estaba llena de secretos no había creído que fuera tan literal, era como si no pudiera levantar una piedra sin descubrir algo nuevo... o mejor dicho era como si cada vez que daba un paso sólo consiguiera más preguntas.

Moví mi cabeza en un intento de despejarla aunque fuera un poco y me apoyé en alfeizar de la ventana antes de sacar medio cuerpo hacia fuera, el fresco aire marino en serio ayudaba a enfriar mi cabeza en momentos como este.

Pero aún así no había nada ni nadie que lograra que sacara de mi cabeza lo de esta tarde. Había hablado en serio cuando dije que esa sirena no me había dado miedo, ni siquiera cuando había pasado de algo similar a un cachorro tímido a una fiera lista para atacar, pero si todas las demás anthropofágos eran iguales eso significaba que había estado equivocada toda mi vida, que quizá todos nosotros estuvimos equivocados. Toda mi vida había creído que eras criaturas monstruosas, peligrosas para mí y todos los demás, pero pensándolo yo misma lo había dicho: eran como cualquier otro animal; tal vez más fuertes, tal vez más rápidos, tal vez más peligrosos, pero se guiaban por el instinto de supervivencia... el mismo instinto de supervivencia que las llevaba hacía mí.

Antes de llegar a Capri sólo había visto a dos de ellas toda mi vida, una a lo lejos cuando tenía doce, habíamos ido con mi madre de vacaciones a las Galápagos y lo único que pude divisar antes de que me alejara de la playa fue una mancha de un extraño color acercándose a la costa; la segunda vez había tenido quince, había estado nadando más lejos de lo que mi madre me permitía normalmente pero eso no era algo extraño, no me había dado cuenta de que algo andaba mal hasta que cada criatura marina que había tenido a mi alrededor había desaparecido a una velocidad alarmante, y cuando la vi nadando hacia mí lo único que pude hacer fue nadar tan rápidamente como pude y no me di cuenta de que estaba a salvo hasta que sentí a mi madre colocar una enorme toalla seca a mi alrededor. Desde que podía recordar había escuchado que eran peligrosas y luego de verlas no intenté cuestionarlo.

Ahora había más que eso... ¿realmente había más que eso? Ella se había transformado cuando Athan se había acercado pero mientras habíamos estado solas las dos, por así decirlo, había sido casi tímida, ¿las demás actuarían de la misma manera si estaba sola? ¿Por qué no dejaban que los demás las vieran así? ¿O tal vez era un truco? Había muchas especies que cambiaban su aspecto dependiendo de las circunstancias, ¿pero entonces por qué no usaban eso para cazar en lugar de esos aspectos tan escalofriantes?

Gemí, mi cabeza me dolía, me dolía mucho, y aunque los demás estuvieran dispuestos a ayudarme algo me hacía sentir que esta era mi responsabilidad, y realmente no sabía si eso me gustaba o no.

¿Por qué esto no podía ser más sencillo?

***

Revolví con nervios la pajilla de mi vaso mientras miraba los libros que había sobre la mesa al mismo tiempo que trataba de no suspirar.

-¿Y dices que han estado en la familia por años?-Pregunté con tono monótono a nadie en particular.

-Sí-Dijo Athan-, son todos los libros acerca de sirenas que teníamos en casa, generaciones de D'Altrui coleccionando estas cosas, aunque al abuelo no le parecían útiles y en consecuencia a mi padre tampoco.

Bajo las OlasWhere stories live. Discover now