Capítulo 34: La Muerte Joven

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Estos últimos días no había logrado conciliar el sueño de ninguna manera y las pocas veces que me había dormido, había sido atacado por las pesadillas. En mis pesadillas veía a Tim morir una y otra vez, o soñaba con que una serpiente me ahorcaba. Anoche me desperté en el suelo y me faltaba el aire. Mi mamá estaba allí cuando desperté, dijo que antes de caerme había estado gritando.

El día había amanecido lluvioso y el cielo estaba muy oscuro. Hoy era el funeral.

—Jackson, levántate—dijo mi mamá asomándose por la puerta de la habitación. Ya estaba arreglada para irse—Empieza a arreglarte o llegaremos tarde.

—Puedes ir yendo, te veo allá—dije.

—No llegues tarde—dijo no muy convencida.

No me molesté en voltear hacia ella para que no notara mi aspecto resacado. Anoche había estado tomando. No soportaba más estar encerrado con mis pensamientos y creí que embriagándome podría olvidarme un rato de mi dolor; pero ahora me siento peor porque a mi tristeza se le suma el espantoso dolor de cabeza.

Me levanté cuando escuché la puerta de entrada cerrarse. Caminé hasta el baño tambaleándome y me metí a la ducha con agua helada. El agua me despertó y por primera vez en lo que habían sido casi cuarenta y ocho horas, me sentí consciente. Es como si acabase de darme cuenta de que estaba por ir al funeral de Tim, de que su familia estará allí, todo el mundo estará allí y de seguro me estarán mirando y susurrando cosas sobre mí.

Ahora lo recordaba con claridad, por eso anoche había tomado hasta perder la consciencia.

Me apoyé sobre el lavamanos y me observé al espejo por primera vez desde aquella noche. Me veía horrible, tenía aún la cara moreteada por la pelea con Bill, tenía un ojo rojo, un pequeño corte en el pómulo izquierdo, el otro pómulo era de un color verdoso y tenía el borde del labio cortado. Mi brazo también tenía un raspón bastante feo de cuando me rozó la bala en el ascensor.

Odiaba a aquel chico que veía en el espejo, todo esto era su culpa. Apreté los dientes y rompí el espejo con los puños.

Esquivando los trozos de espejo, fui hacia mi habitación y me senté en el suelo con la espalda apoyada sobre la madera de la cama. Metí la mano debajo del colchón y saqué la foto de mi hermana y yo.

—Te avergonzarías de mí—murmuré más para mis adentros.

Me quedé apoyado sobre el respaldar de la cama con la foto en mis manos. De repente sentí que la puerta de entrada se abría otra vez, debe ser mi mamá que se olvidó algo.

—Jackson ¿Qué haces ahí? ¿Por qué te sangra la mano?—preguntó Noah apareciendo por la puerta de mi habitación.

—Nada, se rompió un espejo—respondí indiferente.

—Es tarde y tu mamá está preocupada.

—No iré—dije con la voz hecha un hilo.

Noah se sentó a mi lado y devolví la imagen a su escondite debajo de mi colchón antes de que la viera. No era que me avergonzara ni nada, es sólo que era algo muy personal y que ni mi mamá sabía que conservaba.

—Tim era nuestro amigo, y tú más que nadie deberías ir. Él te admiraba demasiado—dijo Noah ignorando qué era aquello que escondí debajo del colchón.

—Se equivocó—escondí la cabeza dentro de mis piernas—Hubiera sido mejor para todos que yo muriera—dije con la voz rota.

—¿Por qué sigues diciendo eso?—masculló.

—¡Porque así es!—levanté la voz y también me levanté del suelo—Sólo les traigo problemas. Al fin del día, todos terminan abandonándome—dije lo último más despacio.

JacksonWhere stories live. Discover now