phom rak khun: parte 2

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El primer día fue perfecto, logré conocer a alguno que otro maestro y empleados. El profesor de japonés, Nakomoto Yuta tiene un acento muy gracioso y aun está en proceso de mejorar su inglés pero puedo platicar con él y es muy animado; en cambio el maestro de Coreano para extranjeros, Qian Kun, es demasiado serio y parece ser de los que regaña y siempre es estricto, sentí un poco de pena por sus alumnos. 

Por otra parte, la gente que tomaba mi curso diferían mucho en edades y países, la mayoría coreanos por lo que me parecía muy urgente iniciar a profundizar con el idioma.

Quise saber si podría obtener material de apoyo, así que le pregunté a una chica de información al cliente, pero esta me mandó con el director. Cuando creía que nunca más me iba a topar con ese hombre.

Resulta que a pesar de ser la cabecilla de todo el sistema, tenía mucho que ver con cuestiones simples, tal parecía le gustaba relacionarse con todos los departamentos y hasta ayudar con las labores. 

No había cambiado en nada, se porta igual de gentil que en el pasado. Internamente me quejaba, porque parecía que el destino me había puesto una trampa o mejor dicho, caminaba en el largo trayecto del laberinto de la vida, donde en cualquier salida aparecería este tipo para ponerse frente a mi camino. Pensé preguntarle a Kun si me ayudaba, pero aun no me sentía con confianza para algo así, por lo que no tuve otra opción. Debía toparme con Johnny en algún momento, después de todo.

Mientras iba a su oficina, un chico me interceptó, en serio se veía delgado y su perfil era sin duda atractivo, podría pasar por alguien famoso por su altura y cuerpo de línea envidiable. Noté que estaba algo nervioso y empezó a tartamudear. Honestamente, no entendí más que lo básico, osea su nombre: Kim Doyoung y entrelazando las malas palabras pronunciadas y el rostro que puso, concluí que me invitó a salir. Me dio un tanto de ternura y si no fuera porque sería un problema enorme el no podernos comunicar, hubiera aceptado. Pedí perdón con un flojo coreano y me negué. Admito que me hubiera encantado convivir con él y verlo tan abatido me entristeció. Ahora estaba más que decidido en aprender coreano. 

Estaba tan sumergido en mis pensamiento a cerca de lo recientemente sucedido que no me fijé en la presencia que caminaba frente a mí y chocamos, susurré una maldición en mi idioma porque mi carpeta se había caído. 

—Haré como si no escuché eso— dijo una voz profunda y con aquel inglés que se me hacía imposible olvidar el dueño. Levanté la mirada y retomé la compostura y en efecto, se trataba de Johnny. Esta vez maldije aun más en mi cabeza porque mi corazón había dado un vuelco inesperado. 

—Disculpa, estaba distraído— me comentó.

—No te preocupes, igual no ponía atención en el camino— tenía que levantar la mirada y el rostro para poder hablarle bien, porque es tremendamente alto y es bastante molesto, no solo porque a veces hace que mi cuello se canse, si no porque me encanta.   

—¿Hay algo que te aqueje?— preguntó y su expresión se volvía la de un profesional. Esta faceta en serio era nueva, hace años ambos eramos muy jóvenes, él era un chico en su primer empleo, con todos los ánimos e ilusiones pero ahora es un director. Ha llegado lejos...

—No realmente, pero justo iba a hablar contigo— levantó una ceja y yo tuve que contener las ganas casi automáticas de morderme el labio, porque ese movimiento facial siempre fue mi debilidad. Aclaré mi garganta — es que me dijeron que tú podrías ayudarme para aprender coreano— en seguida cambió su expresión.

 —Claro, estaré encantado. ¿Te veo los sábados en mi oficina?

—¿Eh? — creo que mi cara tomó un aspecto realmente tonto pero no podía creer lo que había oído. 

—Sí, te daré clases y es el único día libre que tengo— sonaba muy decidido en ello y hasta le brillaban los ojos. Este hombre es realmente grande en tamaño pero con esa mirada, se volvía un peluche y necesitaba que la tierra me tragara porque obviamente, no tenía la fuerza para negarme.

  —Me parece bien— dije a regañadientes.

—¡Perfecto! Ahora, si me permites, debo ir a resolver unas cuestiones— dicho eso, se despidió con una sonrisa cordial y solo vi, cómo se iba alejando en el pasillo hasta que desapareció. 

Yo simplemente quería unos libros de apoyo, algunos diccionarios o hasta algunos cds de audios. Creía poder manejar por lo menos lo básico, después de todo, se me dan bien los idiomas y también me había tornado un poco adicto a los doramas, así que el escuchar repetitivamente algunas palabras, agrandaba mi vocabulario. 

Pero jamás me imaginé que Johnny me diera clases, maldita sea, siento que voy a colapsar. Esperaba de todo menos eso, hasta hubiera preferido mil veces a Quian y su completa seriedad, no lo que parecía un regreso al pasado y teniendo a Johnny como maestro otra vez. 



Miré mi calendario, colgado en la pared de la cocina y el café se veía amenazador, de nuevo con querer ser consumido indiscriminadamente y sin ningún cuidado, propenso a darme un terrible insomnio, dado que mañana era sábado y yo ni siquiera estaba al pendiente, demonios. 

Todo esto se volvió un dolor de cabeza, ¿qué probabilidades había que nuestros caminos se volvieran a cruzar? Pero todo quedó superado y enterrado, quemado, destruido y hecho trizas, no quedaba más ni una pizca esperanzadora de aquel sentimiento que me revuelve el estómago con tan solo pensarlo, ¿cierto? Dios, en serio estaba tan fascinado con ese hombre y lo peor de todo es que aún me amenaza...


En diferentes idiomas// NCT [editando]Where stories live. Discover now