En diferentes idiomas// NCT [editando]

Saranghae: parte 4 (final)

Maldición, ese niño es realmente terco. He estado golpeando su puerta incontables veces y no resulta en una reacción favorable, no me hace caso y sigue ignorando mis constantes llamadas telefónicas. 

Aunque esto no se quedará así, estaba convencido de que estaba en casa y solo me ignoraba olímpicamente. Le hablé en coreano, en nuestro idioma y nada.

—Chenle, por favor— ya el volumen de mi voz había disminuido considerablemente, exhausto por gritar varias veces, tuve suerte de que nadie a los alrededores se quejara. Si fuera otra ocasión, permanecer aquí sería altamente incómodo, es una zona bastante lujosa y no estoy acostumbrado a estas cosas. 

Todos sabían dónde vivía Chenle pero nadie jamás había entrado, a veces este presumía de su pantalla plasma, sus consolas y otras cosas de última tecnología pero se desconocía el interior, seguro sería como una pequeña suite.

Me tiré al suelo, apoyándome a la puerta del departamento de Chenle, si era necesario, dormiría allí hasta que abriera el día siguiente, acomodé mi mochila a un costado y me relajé. La noche se hizo presente sin previo aviso y la temperatura bajó ligeramente, podía manejarlo pero no por mucho, no había traído conmigo un suéter. 

Aunque de pronto, mi soporte desapareció, no tuve oportunidad de detener mi caída que en realidad no fue nada grave, solo terminó en un leve golpe en la espalda, mi cabeza por fortuna salió ilesa. Viendo desde mi punto, avisté a un chico de finos ojos, piel completamente blanca, de esas que pocas veces tomaba los rayos del sol, muy probable por andar en auto todo el tiempo, una mueca cubría gran parte de su rostro.

—¿Qué rayos haces aquí?— me reprochó sin disponerse a hacerse un lado para permitir que me levantara. Con unos movimientos, retomé la postura, quité la suciedad de mi pantalón y tomé mi mochila. Me puse justo frente a él, a pesar de que soy mayor, resulta que tenemos la misma altura y siempre me molestó mi bajo tamaño pero ahora sentía agradecimiento porque podía verlo directo a los ojos. Los suyos me juzgaban pero tampoco me odiaban: cafés y pequeños, siempre pizpiretos como los de un niño pequeño animado.

Creí estar preparado para esta conversación pero estaba totalmente desarmado, fue aquí en la que me percaté de no de mis grandes errores: siempre vi a Chenle como menor, tratándolo como un pequeño, cuando ahora mismo estaba serio y firme ante mí, expresando seriedad y se veía hasta sombrío. 

—Me vine a disculpar— debí aprovechar el tiempo para ordenar mis ideas pero estaba tan impaciente de todo que se me borraron las palabras. 

—No es necesario, vete— nunca me había hablado así, en serio dolía.

—Escúchame— supliqué, ahora el que tenía una pequeña presencia era yo y detestaba estar en esa situación —. Me quedaré aquí parado hasta que me permitas disculparme—, sonaba radical pero no me interesaba.

El chico se cruzó de brazos, no supe si esperando a que me quitara de su camino o a que empezara a hablar, opté por lo segundo.

—A decir verdad, no sé porque me disculpo pero quiero hacerlo porque sé que hago muchas cosas mal, sin darme cuenta, soy mas tonto de lo que parece—, el otro bufó —, aunque estoy seguro que todo ha sido una cadena de mal entendidos y no permitiré que nos distancien, en serio me haces falta, Chenle y odio darme cuenta hasta ahora. Aprecio demasiado tu compañía— respiré hondo, los nervios me carcomían y me di cuenta que mi cerebro dejó de controlar mi habla desde hace tiempo —. Cada vez que platicamos de lo más inocuo, cuando nos ayudamos con las tareas, el que nos gusten las mismas canciones, tus intentos nulos de dibujar mientras te enseño, las salidas con los chicos, todo en absoluto, todo contigo es mejor— sentí pesados mis ojos, no iba a llorar, por dios, era lo último que necesitaba en ese momento, pero los recuerdos  que hice junto a él que continuamente regresaban a mí, me presionaban demasiado.