rasguños; murakaga

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—Oye, oye, tranquilizate un minuto. —Kagami mira a Murasakibara con el ceño fruncido, mientras que el más alto se encarga de mordisquearle posesivamente el hombro—, ¡Te digo que te calmes! ¡No me obligues a que te patee las pelotas! —advierte adolorido, sintiendo un desagradable ardor en su hombro.

—Gami-chin luce tan delicioso —murmura Atsushi, lamiendo suavemente el lugar lastimado—, ¿Tu culo tendrá el mismo sabor de...?

—Cierra la maldita boca —irrumpe con el ceño fruncido y Murasakibara tararea, apoyando todo su peso sobre el cuerpo de Kagami. Acorralándolo contra la puerta de entrada—. Muévete idiota, me estás aplastando. —Le da un fuerte empujón, más Atsushi solo se mueve unos centímetros y luego vuelve a presionar su pelvis con la de Kagami—. Me estás haciendo enojar de verdad —dice enfurruñado, sintiendo como las grande y callosas manos ajenas, le suben la camiseta.

—Te pareces a Muro-chin, deja de regañarme un minuto. —Acaricia la punta de su nariz contra la mejilla ajena y sonríe—, No te veía desde que lo hicimos en el cumpleaños de Kuro-chin..., te extrañé —murmura con voz ronca, acariciando con extremada delicadeza la espalda ajena.

Kagami siempre tiene su cuerpo caliente, y Murasakibara piensa que debe ser a causa de que su novio es incapaz de quedarse quieto por un maldito momento. Eso es algo en lo que no suelen coincidir, porque si por él fuera, dormiría todo el día y solo se levantaría al baño. Kagami no, él no puede dormir demasiado y siempre tiene que estar en constante movimiento.

—Uf, no me dejas descansar ni un momento. —Abre el pantalón del más alto y la prenda se desliza lentamente hasta quedar sobre los muslos ajenos—, No seas mentiroso, nos vimos hace una semana. Me llevaste a esa mierda de "Mundo del dulce" y regresamos antes porque comiste tantas golosinas que te enfermaste —habla divertido. Mete sus manos en el bóxer ajeno y se encarga de arañar fuertemente los glúteos de su pareja.

—Tonto, le estaba hablando al hombre vigoroso y duro, que se está restregando contra mi pierna —habla con un gruñido, sintiéndose aún más excitado ante el arañazo.

—Oh, ¿Le hablabas a mi pene? —Pregunta con diversión, ganándose otra mordida como respuesta—, Me parece raro que no estés comiendo caramelos —habla con una leve sonrisa, mientras su novio le acaricia la cintura y besa su cuello.

—No los necesito. Tú eres el mejor dulce que he probado —murmura, restregándose contra Kagami y jadeando de forma obscena—, No volvería a comer dulces, si pudiera comerte siempre..., solo a ti —habla excitado, gruñendo cual bestia. Oh, todos los sentidos de Atsushi se nublan, cada vez que está a solas con Kagami.

—Creo..., creo que es lo más lindo que me has dicho. —Sonríe suavemente y muerde su labio inferior, apretando los glúteos de su pareja, para que pueda frotarse con mayor fuerza—, Eres todo un romá...

Kagami no puede continuar, porque Murasakibara decide probar el dulce más exquisito de su novio, sus labios. Tan rojos como las cerezas, tan suaves como los malvaviscos y tan deliciosos como..., nada. Kagami es el más delicioso. 

bakagami; knbWhere stories live. Discover now