En un mundo donde los Nerds son los más guapos del colegio, los Populares aman estudiar, los lindos son feos y los feos lindos...
Ya saben, lo típico ¿Verdad?.
¿Espera qué?
Ken Walt y Malena Jones, se encargarán de cambiar los estereotipos de Nerds...
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Este capítulo está dividido en dos partes, espero que les guste esta primera parte.
Gracias por leer hasta aquí💖
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En el camino, Ken no había dicho nada y yo no me había atrevido a hablar, no sabía que decirle, si hubiese sido otro momento, quizás le hubiese reclamado y me hubiese vengado en un segundo. Pero no era yo en ese momento, era una Malena muy distinta, una Malena que no hacía nada al respecto...una Malena que actuaba como una inocente Nerd, y Ken lo había dicho. Ken me había llamado Nerd porque era así como me estaba comportando.
Y Ken se estaba comportando como un completo Popular. Entonces me pregunté:
¿Qué carajos está pasando?.
Todo se estaba sintiendo distinto, y eso quizás me hubiese alegrado mucho en otro momento, pues, mi misión principal siempre fue cambiar los estereotipos de Nerds y Populares porque para mi era inaceptable que, lo feo fuera lo mas atractivo y lo lindo fuera un asco.
¡No me cabía en la cabeza aquello!.
Pero las cosas parecían haber cambiado de una manera muy distinta.
En Lincester, los Populares comenzaban a vestir bien y a lucir muy guapos y poderosos. Los Nerds comenzaban a lucir menos atractivos y parecían un poco más normales y obedientes a los Populares. Lo lindo quedó como lo que en verdad era y lo feo comenzó a ser desagradable para todos. Sin embargo, tenía altas sospechas de que algo se había salido de control y eso lo iba a comprobar al día siguiente.
•••
—¿En dónde estabas metida?— escuché la voz de Laura en la obscuridad de la sala.
Ken me había dejado en mi casa y era bastante tarde. Tenía mi mochila en la espalda y los nervios de punta. No quería que mis padres me escucharan.
—Salí con Ken— contesté, siendo incapaz de mentir.
¡¿No le mentí a Laura?!
Esto se está saliendo de control.
—¿Y por qué llegas tan tarde?— volví a escuchar desde la oscura sala. Segundos después escuché pasos y el sonido del interruptor de luz. Una muy enojada Laura estaba de pie en la sala —Habla.
Gracias a Dios que Laura había encendido las luz, en serio, hablar en plena oscuridad a las once de la noche era algo aterrador.
