Epílogo

719 58 45
                                    

[Ken Walt]


Sentía los oidos super tapados, como si mi cabeza tuviera aire.

Lo último que recordaba era el haber visto a Malena desnuda en la cocina del apartamento que alquilamos junto a mi primo Jake y mis amigos Jacob, Laura y Jennie.

No sabía bien por qué no podía moverme ni ver nada, solo podía escuchar silencio.

Supuse que estaba en una parálisis del sueño, así que solo me quedé acostado esperando a que mi cuerpo reaccionara, pero pasaban los minutos y aunque intentaba moverme, no podía hacerlo.

¿Qué estaba pasando?.

intenté gritar para ver si Malena lograba escucharme desde su habitación, pero parecía más inútil que intentar moverme.

Entonces solo intenté abrir mis ojos, y aunque al principio me costó demasiado...logré abrirlos. Eran lo único que podía mover.

Mi habitación estaba más iluminada que de costumbre. ¿Qué hora era?.

Poco a poco pude mover mi cabeza y noté que no estaba en mi habitación. Estaba en un lugar muy distinto que no podía ver con claridad debido a que la luz estaba lastimando mis ojos. ¿Cuanto tiempo me había dormido?.

En realidad a mi cabeza llegó una pregunta más importante. ¿Me había quedado dormido?.

No entendía bien que pasaba, seguía sintiendo los oído como si tuviera un poll*a metida en ellos. Mi paciencia se estaba acabando.

Un pitido e escuchó a mi alrededor  y volteé para ver que era ese sonido. Una máquina extraña...una máquina de hospital.

¡¿Qué hacía en un hospital?!.

 ¿Qué me había pasado?.

La máquina comenzaba a hacer ese extraño sonido cada vez más seguido. Las pulsaciones de mi corazón se iban acelerando mientras más observaba esa máquina.

De repente, la puerta de la habitación en la que estaba se abrió de par en par, y por un segundo tuve la esperanza de que apareciera Malena y me dijera que todo era una broma pesada. Pero no fue así, solo llegó un doctor muy impactado.

—¿Cómo te sientes?— preguntó el doctor atónito.

¿Qué le impresionaba tanto?.

Intenté decirle que me sentía bien, pero un fuerte dolor de garganta fue lo único que pude sentir. Tenía la boca extremadamente seca.

En seguida entraron dos enfermeras con comida y agua.

—Denle agua y vean si sus cuerdas vocales estan en buen estado— ordenó el doctor que comenzaba a masajear mis piernas.

No podía sentirlas. Me dolían. No podía moverlas.

Estaba tan confundido y desesperado que solo quería ponerme a llorar y que mi madre o Malena me consolaran. Tenía miedo porque no sabía que me había pasado y cómo había terminado de esa forma.

Las enfermeras me dieron agua fría y disfruté la forma en que mi cuerpo se refrescaba por completo. Era una sensación reconfortante. La frescura del agua hizo que mi boca ya no se sintiera tan rasposa.

—Intenta decir Go— me indicó la enfermera mientras me miraba fijamente — No...— continuó hablando muy lento— Rre...— hablaba como si yo fuera estúpido— A.

—Gonorrea— repetí pero con una voz ronca de anciano a punto de convertirse en momia.

La enfermera sonrió contenta y la otra se acercó a mi con una sopa que se veía muy deliciosa. 

Chicle, digo...¡Cliché! © (Completa)Where stories live. Discover now