Capítulo Dos

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CAPÍTULO 2

Harry como muchos, había vuelto hace un mes a Hogwarts con las intenciones de acabar ese año que jamás había empezado y que para otros se vio interrumpido por la guerra llevada a cabo en Hogwarts.

Todo el lugar se veía aparentemente igual, sin embargo, conforme iban transcurriendo los días fue posible percibir la atmósfera que reinaba. Era de intranquilidad, desosiego. Era como si todos estuvieran al pendiente de que Voldemort no fuese a surgir de algún lugar del castillo.

A Harry también le ocurría.

Algunas veces tenía pesadillas demasiado reales, demasiado vivas en las que podía escuchar esa escalofriante y siseante risa del mago oscuro, que lo llamaba para enfrentarse a él.

Y no era el único, claro. Ron, su amigo, dormía absolutamente todas las noches con el desiluminador que le había dejado Dumbledore envuelto en una mano. Algunas noches podía escuchar a Neville hablar dormido y la mayoría de las veces aquello acaba en gritos de terror. Y algo similar pasaba con Dean Thomas y Seamus Finnigan.

Sin embargo nadie hablaba del tema.

Era totalmente entendible. Muchas muertes habían sido efectuadas en los mismos pasillos del castillo. Y a pesar de que todo Hogwarts ya estaba reconstruido era imposible no imaginarse a todos los compañeros que habían perdido la vida en aquel lugar. Hablar de ello haría aún más complejo el intento de olvidar.

Las rivalidades entre las casas habían menguado. Todas parecían llevarse un poco mejor.

Cada casa seguía teniendo su mesa pero ya era muy común ver los colores mezclados.

Incluso los Slytherin, que no dejaban de ser un poco más reacios a aquellas nuevas iniciativas, se les podía ver asomando una ligera sonrisa amistosa a aquellos que no pertenecían a las serpientes.

Y para sorpresa de Harry, Draco Malfoy, el antiguo príncipe de las serpientes, igual parecía haber cambiado un poco.

Para el primer día de clases, nadie lo vio en el expreso a Hogwarts pero apenas iban a iniciar el banquete las enormes puertas del Gran Comedor se abrieron para dejar ver al Slytherin.

En cuanto cruzó el umbral, hubo un repentino e intimidante silencio. Nadie se creía que el ex mortífago se atreviese a volver a aquel lugar, a aquel que sus compañeros partidarios del lado oscuro le dieron muerte a muchos de los que deberían estar ahí.

El silencio había dado paso a murmullos y cuchicheos nada disimulados y Draco, haciendo acopio de todo el orgullo del que era natural en él, caminó bañado en dignidad hacia donde sus amigos se encontraban.

Aguardaron en un nuevo silencio sepulcral a que el chico tomara asiento y en cuanto lo hizo, los murmullos se hicieron más fuertes, dando la sensación incluso de que la sala vibraba.

Pero con el paso de los días, nadie habló a sus espaldas, nadie le gritó sandeces, nadie intentó herirlo, nadie le puso mala cara y ninguna de las serpientes volvió a ser uno de sus seguidores como los tenía en años anteriores. Casi todo el mundo se limitó a ignorarlo. No lo miraban a los ojos, no le dirigían la palabra y no le hacían más compañía de la necesaria.

Harry se había dedicado a observarlo bastante para llegar a todas esas conclusiones, aunque quizás era posible deducirlas a simple vista.

Malfoy, por otra parte, no se veía afectado por aquellas circunstancias. Era como si lo esperase. No se veía molesto por la exclusión que le hacían los demás ni sorprendido de que no se desquitaran con él. Tenía a sus amigos, Parkinson, Zabini y Goyle, lo que parecía satisfacer al Slytherin.

Sempiterno | Drarry.HarcoWhere stories live. Discover now